lunes, 19 de noviembre de 2018

Poeta de guardia XXXVI. Mercedes Merino.



NOSTALGIA

En los inicios hubo un faro.

Componíamos notas mágicas
entre risas y miradas.

Los intervalos eran largos
subíamos a la montaña
a una casa de colores
para desmontarla.

Aquellos viajes en coche
nos acercaron.

En esta fotografía puedo ver el agua
semejante al momento
en el que vivo.

Hay un faro solitario
que no sabe lo que aguarda.


© Mercedes Merino Verdugo
"La necesidad y los sueños." 
Primera edición: julio 2018.
Editado por www.liberfactory.com

Fotografía de cabecera: 
http://enlasoledaddelfaro.blogspot.com/







Video publicado en Youtube.com por +specht1958

domingo, 4 de noviembre de 2018

#owen100. Ultimo día de un poeta: Wilfred Owen.



Esta madrugada se cumplen 100 años del  último día de un poeta, Wilfred Owen, emblema de su generación, conocidos como War Poets.
Tenía 25 años.

Cien años del último día de  un hombre que cambió su modo de escribir poesía cuando se encontró de frente con los horrores de la guerra, con la verdad de la guerra.

Le recordamos, y tenemos que recordarle:

Porque comenzó a escribir poesía deseando ser poeta con todas sus fuerzas

Porque no pasó los exámenes para una beca en la Universidad y, desengañado de la religión tras ser ayudante de vicario, se metió en cama en casa de sus padres durante semanas.

Porque emigró a Burdeos, Francia, donde malvivió, explotado, como profesor de inglés.

Porque, humano al fin y al cabo, es verdad que  tuvo “pruritos de grandeza” (como dicen de Quevedo), y que no llevaba bien su homosexualidad, y ansiaba aprobación y reconocimiento.


Porque una de las mejores campañas de propaganda del siglo XX, la presión social y la posibilidad de ser oficial le empujó, ingenuamente, a alistarse en los Artist Rifles de Duke Street, Londres (actualmente escuela  de ballet), creyendo que se trataba de un regimiento de artistas: pintores, poetas, escritores, músicos… Algo hubo en sus orígenes, pero en 1916…

Porque, como escribió a su madre:
“I have not been at the front.- I have been in front of it.”

(“No he estado en el frente; he estado enfrente de él.”)

Porque, de la noche a la mañana, hubo de responsabilizarse de diez hombres tan o más jóvenes que él, revisar sus pies todas las noches: llegó en enero a las trincheras, con temperaturas bajo cero y lluvias que las inundaban. Peligro de congelación y gangrena.


Porque quedó enterrado con cadáveres de amigos, vio morir o desaparecer sin rastro, se despertó por los aires tras la explosión de un proyectil, resistió bombardeos de 50 horas sin moverse.

Porque sobrevivió a ataques de gas, describiéndolos como el mejor testigo:

“Si pudieras oír con cada sacudida
Cómo sale la sangre de su pulmón enfermo,
Obscena como el cáncer, amarga como el vómito
De incurables heridas en lenguas inocentes,
Amigo, no dirías entusiasta
A los muchachos sedientos de una ansiosa gloria
Esa vieja mentira: Dulce et decorum est
pro patria mori.
(Traducción de Gabriel Insausti).

Porque, acabó con la entonces llamada “neurosis de guerra” en un hospital en Escocia; paradójicamente, coincidió con Siegfried Sassoon, poeta y paciente “peculiar”, que valientemente había denunciado el curso de la guerra.

Porque, por su mediación,  sus poemas fueron acogidos, escuchados y valorados en el privilegiado círculo de Robbie Ross (verdadero amigo de Oscar Wilde), en su casa de Half Moon Street


Porque el último año de su vida, mientras se preparaba para volver al frente en
Ripon, alquiló una buhardilla y revisó sus poemas.

Porque –especialmente ese último año-  intentó ser él mismo, a pesar de sí mismo.


Y porque, como si nos estuviera viendo cien años después, en el prefacio para su poemario, que escribió antes de su muerte, se lee:
“TODO LO QUE UN POETA PUEDE HACER HOY ES ALERTARLES. POR ESO LOS VERDADEROS POETAS DEBEN DECIR LA VERDAD.”



























 Owen Memorial, Oswestry

jueves, 20 de septiembre de 2018

Buscando su propia "Visa para Avalon": Annie W. Ellerman, Bryher.


Cuatro personas tratan de escapar de su país, un país sin nombre, en el que el llamado “Movimiento” termina con los derechos y libertades individuales e invalida la democracia. La única esperanza es lograr un salvoconducto a otro lugar: Avalon.


Este es, en esencia, el punto de partida de “Visa para Avalon”, una novela de ciencia ficción publicada en Nueva York, EE.UU., en 1965.

La novela, de la que es autora Annie Winifred Ellerman, ya había sido escrita por la Historia varias décadas antes. Contiene mucho de sus vaticinios, previos a la Segunda Guerra Mundial, de su ayuda a refugiados judíos y de su propia huida.

El argumento resulta inquietante y reconocible aún en nuestros días.
No se publicaría en Gran Bretaña, país de origen de la autora, hasta 2004.



Annie Winifred Glover  Ellerman nació el 2 de septiembre de 1894 en Norfolk Villa, Margate (Inglaterra), hija de Hanna Glover y John Ellerman. Sus padres se casaron cuando Annie tenía ya 14 años.
Detalle del retrato de Man Ray (1923)

John Ellerman,  destacado armador e inversor, fue considerado a su fallecimiento (1933) “el inglés más rico que había existido nunca”. En 1901, se convertiría en el mayor accionista de Financial Times, continuando con The Tatler, The Sphere, Daily Mail, The Times y otras publicaciones.
Debido a sus actividades mercantiles, toda la familia viajaba con frecuencia (Oriente Medio, Argelia, Grecia, Italia, Francia, España…) A los cuatro años (1900), Annie viajó por primera vez a París, y tres años después, a Egipto. Aprendió árabe, idioma en el que continuaría formándose en su juventud.

Fue en una visita a las Islas Scilly, a 30 millas al SO de Cornualles,  donde quedó cautivada por una de ellas: Bryher. Adoptaría el nombre de esta isla como seudónimo literario.

A través de sus memorias, Marina Camboni descubre a “una mujer a la que de forma natural le atrae la vida moderna”:
“Para una mujer (…) ser moderna es rebelarse abiertamente contra la moralidad y costumbres victorianas y eduardianas. Es nada menos que recobrar la propia individualidad, dedicarse al desarrollo personal y actuar de acuerdo con nuestros talentos y deseos, más que cumplir con los dictados sociales. Individualismo (…) es para ella la respuesta necesaria a la rocosa norma victoriana que comprime a hombres y mujeres dentro de roles de género inamovibles.”


Con el propósito de comprender su “identidad de género no normativa” –siguiendo la investigación de Celena E. Kursk-, “Bryher indagó en el incipiente  campo del psicoanálisis”, analizando “las teorías acerca de la homosexualidad [inversión, en el original de Kusch] más que sobre el lesbianismo con Havelock Ellis y Hanns Sachs.”

Fue otra investigadora, Jayne Marek, quien calificó a Bryher como “mujer invisible”.
Muy probablemente -como sugiere Emily Vojcik- por su asociación con figuras cuya personalidad daban más juego; o por “su inusual vida personal, que abarca una relación de por vida con H.D. [Hilda Doolitle] y dos matrimonios de conveniencia con hombres bisexuales.”

Amy Lowell, c. 1916, en la casa familiar de Sevenels.

Poetry and Drama, la revista editada por Harold Monro -a cuya librería acudía el malogrado Wilfred Owen cuando le era posible-, le descubrió “por primera vez la mágica palabra “Mallarmé.”
Pero sería “Des Imagistes [Ezra Pound], quien la conduciría a Amy Lowel (…) H.D., Harriet Shaw Weaver, y Marianne Moore.” 

En septiembre de 1917 escribe a Amy Lowell cinco páginas que comienza con un “Six French Poets [obra de Lowell, 1915] es la principal razón para esta carta”.

La Primera Guerra Mundial dura ya 3 años, y ha cambiado su vida como las de “muchas mujeres llamadas a sustituir a hombres en cada puesto de trabajo. “Fuimos liberadas por la guerra” [Bryher, The Heart to Artemis, 1962]

En medio de la guerra “para mí, Six French Poets ha sido como un amigo.”

Marina Camboni destaca de esta correspondencia que  Amy Lowell “revela a una poeta generosa, que desea compartir su conocimiento y ayudar a una aspirante a escritora más joven.”

Esta importante relación epistolar de amistad y apoyo mutuo duraría hasta el fallecimiento de la poeta en 1925, a los 51 años, por un derrame cerebral.

Es precisamente a través de Amy Lowell, cuando la introduce en la poesía de los Imagistas,  como Bryher descubre que “H.D.” [Hilda Doolittle], es una mujer: Se conocerían en julio de 1918, creando una de las relaciones más importantes de sus vidas.

“La inclinación de Bryher por la transgresión fue evidente desde el principio: La protagonista de su primera novela, Two Selves (1923) lucha con la certeza de que tenía que haber sido un chico. Esta peculiar sensibilidad indica su interés en el arte como un modo de expresión y cambio social revolucionarios, que representó concretamente publicando tres novelas antes de su 29 cumpleaños”, escribe Emily Vojcik.

Académicas como Jayne Marek, Susan McCabe y Charlotte Mandel han rescatado la labor de difusión de escritores y artistas modernistas (Dorothy Richardson, Edith Sitwell, James Joyce o Blanche Lewin) realizada por Bryher; a editoriales como Egoist Press, de Harriet Shaw Weaver, o librerías como Shakespeare & Co., de Sylvia Beach.
No les faltó tampoco su apoyo económico y de todo tipo.

Considerada pieza clave en la divulgación del Modernismo, utilizó sus recursos en apoyar la narrativa experimental, el cine y el psicoanálisis.

Sylvia Beach en su librería"Shakespeare and Company"
Rue de la Bûcherie (1920).

Un trabajo de “excavación”; porque,  como apunta Vojcik recordando a Focault, “No hay uno, sino muchos silencios.”


En 1921 contrae un matrimonio de conveniencia con el poeta y editor norteamericano Robert McAlmont quien, siguiendo a Marina Camboni, “pensaba que París era el único sitio donde podía seriamente escribir, la introduciría al París de los bulliciosos años veinte.”
McAlmont “encontraba liberador” el matrimonio, que consideraba “sólo legal, nada romántico y estrictamente un acuerdo.”

Junto con William Carlos Williams, fundan Contact Editions, con el propósito de publicar literatura de vanguardia.

Bryher no llevaba una vida centrada en el ambiente artístico, pero conoció a escritores como Gertrude Stein “y otras figuras clave como Adrienne Monnier y Sylvia Beach”, con las que mantendría una amistad de por vida.
Robert McAlmont

Kenneth MacPherson (izqd.) y el actor Jimmie Daniels

En 1927, Bryher se divorcia de McAlmont, y ese mismo año,  se casa con Kenneth Macpherson, un escritor interesado como ella en el mundo del cine, y amante de H.D.

Kenneth la introdujo en el “cine experimental ruso, y en Berlín”, donde conocería al director de cine Georg W. Pabst.

Juntos construyeron una casa estilo Bauhaus en Burier (Suiza): la llamaron “Kenwin”, y la utilizaban también como estudio de cine.


Adoptarían legalmente a Perdita, hija de H.D. y el compositor Cecil Gray tras una breve relación.

Los tres (H.D., Bryher y Kenneth) fundan la revista de cine Close Up y POOL Productions (1927); de las producciones,  sólo se conserva una película completa, “Borderline” (1930), escrita y dirigida por Kenneth, en la que H.D. interpreta uno de los papeles protagonistas, y aparece igualmente Bryher.

Close Up fue la primera revista de cine en inglés, relacionando la expresión cinematográfica  con la “experimentación literaria iniciada por novelistas y poetas modernistas, particularmente mujeres”, en un entorno estimulante.

Su intención era el diálogo entre escritores y cineastas; en palabras de Celena Kusch, un “proyecto cultural transnacional que afinase la definición de modernismo.”

Los artículos de Bryher contribuyeron a difundir a directores como Sergei Eisenstein en Gran Bretaña.

Pero, sin duda, su artículo de mayor transcendencia sería “What Shall You Do in theWar?” (Close Up, 1933), en el que urgía a tomar medidas con la situación de los judíos en Alemania, e informaba de la existencia de campos de concentración y la quema de películas de Pabst en Berlin; una llamada, en definitiva, a “preservar el arte, la ciencia y el mundo contra el fascismo” (Celena E. Kusch).

"Kenwin"

Durante seis años, su casa en Suiza se convirtió en el refugio de al menos un centenar de personas que escapaban de la persecución del gobierno nazi alemán, hasta su propia huida a Londres en 1940 a través de Francia y España, que duró alrededor de tres meses.
No volvería hasta 1946.

Esta experiencia la marcó, y la llevaría a escribir “Visa para Avalon”.
Curiosamente, se sabe que en 1939 había comenzado a realizar prácticas de vuelo.


Como apunta Elizabeth Lloyd-Kimbrel, su lectura tiene diversos niveles:
“Con “Visa para Avalon” (…) retrocede y usa el futuro para echar un vistazo a un presente que parece no conocer el pasado (…) En la leyenda, Arturo es llevado a Avalon solo después de que ha luchado duramente contra el mal que destruiría su ideal. Los principales protagonistas de “Visa para Avalon” no luchan contra el Movimiento o el Gobierno. No hay una heroica figura como Arturo, sino gente corriente que se ponen a sí mismos en peligro para ayudar a otros.”


Bryher había adquirido en 1935, junto con su amigo Robert Herring, la revista literaria Life and Letters, que renombraron como Life and Letters To-Day.
Anteriormente, había sido “fundamentalmente un vehículo del grupo de Bloomsbury de escritores y artistas, y en esa época, publicó a autores como Vita Sackville-West, Bertrand Russell y Robert Graves.”

En la etapa de Bryher, el objetivo –una vez más- era crear una comunidad internacional de artistas modernistas, y que los lectores británicos tuvieran la oportunidad de contar con una gama variada de ideas. Anota Emily Vojcik:
“Renata Morresi sostenía que [la revista] promovía a jóvenes talentos (…) e incluía nuevas ciencias como el psicoanálisis y la antropología, y nuevas artes como el cine.”

En sus números aparecen colaboradores como los hermanos Sitwell, Siegfried Sassoon, Gertrude Stein, y Havelock Ellis; y en la “Sección de Cine”, artículos de Sergei Eisenstein. Por la literaria aparecieron Dylan Thomas, Dorothy Richardson, Marianne Moore, Thomas Mann y una “jovencísima” Elizabeth Bishop. Y cita Bryher en sus “memorias de la guerra”, The Day sof Mars:“creo que el primer relato de Sartre traducido al inglés y uno de los primeros cuentos de Kafka.”

En el otoño de 1936, en el “Editorial” de apertura, sin firma, invitaba a los lectores a unirse a una comunidad “no sólo artística”, sino implicada en el desarrollo social y político. Y refiriéndose a la Guerra Civil española:
“Hace un año expresamos nuestra intención de ser no-políticos en estas páginas (…) Pero un año es un año, y sería inútil sostener ahora que la guerra civil española no es asunto nuestro. Es un asunto de todo el mundo. Esperamos hablar por nuestros lectores, así como por nuestros autores, cuando decimos que consideramos imposible seguir publicando sin rendir homenaje al valor del pueblo español luchando en apoyo a su gobierno.”

Y continuaba reprobando “la cobertura de la guerra en la prensa inglesas y francesa, y denunciando la imagen que los medios de comunicación daban de los partidarios del gobierno como “los rebeldes de verdad”, y avisando que tales medios podrían ser heraldos de lo que pudiera venir a Gran Bretaña o Francia, de tomar el poder una fuerza fascista.”

  
La revista cerraría en 1950, no sin antes resistir que las bombas de la guerra destruyeran hasta tres redacciones diferentes.

“Hay otra actividad literaria por la que Bryher goza de renombre: su correspondencia (…) especialmente las cartas que intercambió con artistas y escritores americanos (…) que alimentó una cultura euro-americana modernista firmemente híbrida” (Marina Camboni).

En palabras de Sylvia Beach (1991), que reproduce Marina Camboni:
“Bryher, aunque no le gustaría que lo mencionase, ha hecho más que nadie por mantener contactos internacionales durante las guerras, y por mantener unida a su gran familia de intelectuales, dispersos por muchos países. Los ha cuidado en la guerra y en la paz.”

A partir de 1952, comienzan a publicarse sus novelas históricas, con gran éxito y reconocimiento.
En ese sentido, Elizabeth L. Kimbrel indica que los editores británicos de Bryher no publicaron “Visa para Avalon” aduciendo que era “demasiado diferente a su trabajo habitual y que los lectores británicos no lo comprarían (…) Más probablemente (y como Bryher sospechaba), los paralelismos topográficos, sociales y políticos con la vida en Gran Bretaña resultaban un poco demasiado próximos para resultar cómodos.”
Sería publicada en 2004.

Amy Lowell sería galardonada en 1926 con el Premio Pulitzer de Poesía a título póstumo.

Robert McAlmont fallecería en 1956 en Desert Hot Springs, California (EE.UU.)

Tras el divorcio, Kenneth Macpherson vivió un tiempo con Peggy Guggenheim.
En 1947 compró una villa en Capri, donde vivió con su pareja, el fotógrafo Algermon Islay de CorcyLyons. Murió en Cetona, en la Toscana italiana, en 1971.

Entre 1940 y 1946, Bryher viviría en Londres con H.D.; ya no volverían a vivir juntas, pero su relación continuaría hasta la muerte de la poeta en 1961, tras sufrir una herrorragia cerebral y permanecer dos meses en una clínica de Zurich (Suiza).
Su hija, Perdita Macpherson Schaffner, emigró a EE. UU., formando su propia familia. Trabajadora, ensayista, aficionada al teatro, sus cuatro hijos se dedicaron, o dedican, al periodismo, la publicidad o la poesía. Murió en 2001.

Annie Winifred Ellerman, Bryher, falleció en su casa de Kenwin en 1983.

Isla de Bryher (fotografía del blog de Diana Birchell)

“Digo ¿dónde estás?
Pero solo se oyen los robles susurrando en el viento.”
Amy Lowell. El Jardín de Sevenells.
Traducción: Marta Porpetta. Torremozas.

Fuentes
Camboni, Marina. “Bryher’s letters to Amy Lowell; or, How to Desire America, Build the Poet and Promote Transatlantic Relationships.”
Kusch, Celena E. “The Bryher Chronology: Biography, Dates, and further reading.”
Harding, Marion. “People, Places and Events.”
Liesch-Goodkey, Kristin. “What If We Didn’t Talk About Sex?:Bryher’sBeowulf, Desire, and Gender Identity”
Lloyd_Kimbrel, Elizabeth. “A modernist Echo: Bryher’sVisa for Avalon and Morris’s Earthly Paradise.”
Wojick, Emily. “Their own privately subsidized firm. Bryher, H.D., and “curating” modernism.”

Traducción textos en inglés: Esther González.
Fotografía de cabecera: Fábrica de la Compañía Douglas Aircraft en Long Beach, EE.UU. (1942)

sábado, 11 de agosto de 2018

“Cuerpos lavados por los ríos.”




"(...) mi patria es la poesía
y sobrevivo
para cuerpos desgarrados reptando hacia mi cama
más alucinaciones en el aula de literatura
suicidarme
engancharme a un actor joven y caprichoso
(y guapo)
tirarme con mi amante desde un tercer piso
(y sobrevivir)
  
escribir sobre Dios
escribir poesía
escribir sobre vosotros
escribir, escribir

porque la Poesía es nuestra única tierra
y yo soy, o no, un soldado."



Hoy se cumplen cinco años de la primera publicación de este blog.
También era sábado; trataba sobre un poema de Wilfred Owen y una canción: “Smile, Smile, Smile”.

He esperado a este aniversario para publicar un poemario muy relacionado con el blog: “Cuerpos lavados por los ríos. (Los árboles invisibles)”, un trabajo de mucho tiempo inspirado en la joven generación de la Gran Guerra (1914-1918), aquella que –hoy nos haría sonreír- iba a acabar en la misma Navidad del año que empezó y con todas las guerras.



"La ley de Wilfred del tiempo y el espacio dice
que si un amigo ha muerto
siempre le ves
en el siguiente cadáver."


“Cuerpos lavados por los ríos” comenzó con unos pocos poemas que escribí tras encontrar un listado de poetas que habían combatido en la aquella Primera Guerra Mundial. La media de edad de los muertos rondaba los 20 años.

Jóvenes ciudadanos como nosotros y nosotras, con proyectos y vidas, sin necesidades o sobreviviendo, escribían ya poesía antes de luchar en una guerra que, muriesen o no en ella, destruyó sus vidas.

De ese escenario venimos.

El mundo ha cambiando en estos últimos años (2008-2018) de un modo insospechado para los que éramos treintañeros en los años 90.

Latente, el ayer continúa en un mundo de ahora en apariencia distinto, en el fondo sin nada que envidiarnos; los versos de estos poetas, las cartas o escritos que dejaron, cada vez parecen más destinados a recordarnos lo más esencial de lo que estamos olvidando.

Seguramente Sorley, Owen, Graves o Rosenberg, su lectura, traerán nuevos poemas.

"En la piscina de Siloé
busqué a los resucitados.

Había tantos
que no te vi (...)"

Pero espero, que acaso otro sábado antes de cinco años, pueda publicar aquí otra entrada con el título de un nuevo poemario después de leer a mujeres poetas de ese tiempo.

Porque también vivieron los mismos momentos que sus compañeros, contemplaron y cruzaron el umbral de una nueva época hacia la igualdad de derechos y fijaron lo que tenían dentro en poemas, como yo al escribir los míos.

Esther González.
Fotografía: “Sunbaker”. Max Dupain, 1937.


"Cuerpos lavados por los ríos.
(Los árboles invisibles)."
Amazon, 2018.
https://www.amazon.es/dp/B07GCPHYKY