domingo, 12 de noviembre de 2017

Poeta de guardia XXXV. Walt Whitman.



Allí, donde se levanta la ciudad de los más potentes oradores
            y de los poetas más robustos;
donde se levanta la ciudad amada por ellos y que, en gratitud,
            los ama y los comprende;
donde no existen monumentos de héroes, sino en las palabras
            y en los actos cotidianos;
donde la frugalidad ocupa su lugar y la prudencia el suyo;
donde los hombres y las mujeres dan poca importancia a las leyes;
donde el esclavo deja de ser esclavo, y el amo, de ser amo;
donde el pueblo se subleva, unánime, contra la incesante
            audacia de los elegidos;
donde los hombres y las mujeres se abalanzan bravíos como
            la mar, al silbido de la muerte, desencadena 
            sus devastadoras e ineluctables olas;
donde la autoridad exterior solo está precedida de la autoridad
            interna;
donde el ciudadano es la cabeza y el ideal social; donde el
            presidente, el alcalde, el gobernador -¿qué más?- son
            empleados asalariados;
donde los niños aprenden a ser la ley de sí mismos, y a depender
            solo de sí;
donde la juventud se ilustra con hechos;
donde la especulación crítica es estimulada;
donde las mujeres van en las manifestaciones públicas a par
            que los hombres;
donde las mujeres acuden a las asambleas lo mismo que los
            hombres;
donde se eleva la ciudad de los amigos más fieles;
donde se eleva la ciudad de la pureza de los sexos;
donde se eleva la ciudad de los padres robustos;
donde se eleva la ciudad de las madres de cuerpo fecundo;
¡donde se levanta la más grande ciudad!



Del “Canto del hacha”, de Walt Whitman (1819-1892).
“Obra escogida”, Penguin Random House, 2017
Traducción de Concha Zardoya.


lunes, 31 de julio de 2017

Siegfried Sassoon: "Statement" de un poeta



El 31 de julio de 1917, en plena Primera Guerra Mundial, se publicaba en el London Times la declaración de un oficial de permiso:

“Realizo esta declaración como un acto de desafío voluntario a la autoridad militar, porque creo que la guerra se está prolongando deliberadamente…”

Era el mismo texto que había leído un miembro del Parlamento británico en la Cámara de los Comunes el día anterior:
“… una guerra de defensa y liberación que se ha convertido ahora en una guerra de agresión y conquista…” 

El oficial provenía de una familia acaudalada de Kent,  acostumbrado a la vida en el campo, al criket (jugaría con Arthur Conan Doyle años después) y a la caza; había estudiado dos años de Historia en el Clare College, en la Universidad de Cambridge, marchándose sin graduarse.

El oficial era, sobre todo, un poeta.
Su nombre: Siegried Loraine Sassoon.

“He visto y padecido el sufrimiento de las tropas, y no puedo continuar formando parte de su prolongación (…) Protesto contra los errores políticos y falsedades  por los que los  que combaten están siendo sacrificados…”

Siegfried Sassoon. Fotografía de G. Charles Beresford, mayo 1915.

Sassoon era admirado por esas tropas, por su dedicación y preocupación, y también por su valor, que rayaba en la contrafobia: le apodaban “Mad Jack”, pues eran frecuentes sus acciones arriesgadas y en solitario, especialmente si caía algún soldado de su pelotón.

En noviembre de 1915 había sido enviado al frente francés; ese mismo mes, su hermano Hamo moriría en la Campaña de Gallipoli y, a lo largo de la guerra, perdería al menos a dos de sus mejores amigos.

Con su hermano Hamo en la Universidad de Cambridge (1906)

En sus memorias ficcionadas, Siegfried Sassoon nos relata su gran amistad con Robert Graves, describiéndole bajo el nombre de “David Cromlech” de un modo ameno y entrañable. 

Graves era en ese momento un hombre muy joven de aspecto desaliñado y sin embargo aparentemente pedante, del que desconfiaban los demás oficiales por su inteligencia, que iba asegurando que Homero había sido una mujer; según escribe en sus memorias (“Adiós a todo esto”), se había alistado porque le atemorizaba su entrada en Oxford.

Siegfried Sassoon and Robert Graves, septiembre de 1920
Fotografía de Ottoline Morrell © National Portrait Gallery
[Ottoline Morrell, Bertrand Russell y John Middlenton Murray influyeron en la redacción del statement]


La declaración de Sassoon concluía:
“… También creo que [mi protesta] pudiera ayudar a destruir la insensible  complacencia con que la mayoría de aquellos que desde casa [Gran Bretaña] contemplan la continuación de  tribulaciones que no comparten…”

Siegfried Sassoon era muy consciente de que tras este escrito le esperaba un severo tribunal militar.

A finales de julio, Robert Graves recibía por correo una copia de la declaración, enviada por Sassoon:
“Esta lectura me sumió en un estado de ansiedad y de desdicha (…) Siegfried no estaba en condiciones físicas apropiadas para sufrir el castigo que su carta implicaba, es decir, ser juzgado por un tribunal militar, degradado y encarcelado (….) Era una maldad que él tuviera que sufrir las consecuencias de su carta después de sus experiencias en el Cuadrángulo y en Fontaine-les-Croiselles. También advertí la inutilidad de aquel gesto. Nadie seguiría su ejemplo, ni en Inglaterra ni en Alemania. La guerra continuaría hasta que una de las partes lograra aniquilar a la otra.”

Robert Graves encaró la situación con rapidez y realismo.
Sus contactos con un conocido, secretario privado de un ministro del Gobierno y una inteligente estrategia, que incluía impedir la publicación de comentarios sobre el statement y escribir al segundo comandante del batallón “más humano” que el coronel jefe, que “no había estado nunca en Francia”, con la sugerencia final de que Sassoon “debía ser internado en un hospital con una licencia por tiempo indefinido.”

Sassoon le escribió desde Liverpool: se había presentado a su coronel, encontrándose con el “segundo” y un inesperado recibimiento “decente”… Su caso ya lo conocía el general correspondiente, que estaba “consultando con Dios, o con alguien parecido”.

El ministro, con cuyo secretario privado se había puesto en contacto Graves, aconsejó al Ministerio de la Guerra que no tratarse el asunto como “disciplinario”, sino que sometieran a Sassoon “a una comisión de médicos”.

No sin discusiones e insistencias, Graves lo consiguió:  “Sin poder negar cuán enfermo estaba, Siegfried consintió en presentarse ante la comisión médica”

Piccadilly Circus, Londres, 1912

"Piccadilly Circus at Night". Acuarela de A. Henry Fullwood (1863-1930)

Pidió permiso para poder testificar como amigo del paciente:
“Mencioné las alucinaciones de Siegfried: los cadáveres tendidos en Picadilly (…) Mi sistema nervioso se hallaba en un estado casi semejante al de Siegfried; lo que hizo que estallara tres veces en sollozos durante mi declaración…”
El capitán de la comisión médica, “especialista competente en enfermedades nerviosas”, “resultó ser un famoso psiquiatra de Harley Street, se portó muy bien. Cuando salía, me dijo: -Joven, usted también debería presentarse ante esta comisión.”

Robert Graves fue designado para escoltar a su amigo “hasta un centro de reposo para neurasténicos situado en Craiglockhart, cerca de Edimburgo: “aquello nos pareció una gran broma, especialmente cuando perdí el tren, y él tuvo que presentarse (…) sin mí.”
Siegfried volvería al frente unos meses después, desestimando como muchos de los oficiales un destino militar “en casa”.

Pero antes, en Craiglockhart conocería a Wilfred Owen, contribuyendo al crecimiento poético y personal del poeta que sería emblema de esta generación; y comenzaría a escribir “la terrorífica serie de poemas (…) que publicaría al año siguiente bajo el título de Contraataque.”



Referencias
Imagen de cabecera: Oleo de Glyn Warren Philpot, 1917. Fitzwilliam Museum.

Enlace a la declaración de Siegfried Sassoon (en inglés):

Graves, Robert. “Adiós a todo eso”. Traducción de Sergio Pitol. El Aleph Editores, 2002. Edición original: Jonathan Cape, 1929.

Sassoon, Siegfried. “Memorias de un oficial de infantería”. Traducción de Mirta Rosenberg. Turner, 2002. Primera edición en inglés: Faber and Faber Limited, 1930.

Enlace a la colección “A. Henry Fullwood”, del Australian War Memorial:

sábado, 22 de abril de 2017

Piel transparente, corteza, máscara de agua. Hermann Hess.

Parte central de la “rueda de la vida”. El gallo representa  el deseo, la serpiente el enojo,  y el cerdo la ignorancia. Monasterio budista de Kopan, Katmandú (Nepal)


"-Siddhartaha -le dijo-, nos hemos hecho viejos. Difícilmente volveremos a vernos bajo esta forma humana (...) Dame algo que me acompañe en mi camino. Arduo y sombrío es mi camino a veces, oh Siddhartha
(...)
Dejó de ver el rostro de su amigo Siddhartha y vio en vez de él otros rostros, muchos, una hilera enorme, un río de rostros, cientos, miles de caras que llegaban y pasaban, aunque parecieran estar todas allí al mismo tiempo
miles de caras que se transformaban y se renovaban incesantemente y que, sin embargo, eran todas Siddhartha.
“El río de la vida”. William Blake (c. 1805) Tate Gallery

Vio el rostro de un pez, de una carpa con la boca desencajada por un dolor infinito: un pez moribundo con los ojos saltones
vio el rostro de un recién nacido, rojo y surcado de arrugas, contraerse por el llanto
vio el rostro de un asesino, y lo vio hundir un cuchillo en el cuerpo de un hombre, vio, en el mismo instante, al asesino encadenado y de rodillas ante su verdugo, que le cortó la cabeza de un solo mandoble
vio cuerpos de hombres y mujeres desnudos en las posiciones y en las luchas de un amor desenfrenado; vio cadáveres estirados, tranquilos, fríos, vacíos
vio cabezas de animales, de jabalíes, de cocodrilos, de elefantes, de toros, de aves; vio dioses, vio a Krishna, a Agni (...)
Ardhanarishavara

Vio todos estos rostros y figuras anudados en mil relaciones recíprocas, ayudándose unos a otros, amándose, odiándose, destruyéndose, volviendo a procrearse; cada cual empeñado en querer morir, cada cual dando un testimonio apasionado y doloroso de su caducidad
pero ninguno moría, todos se transformaban solamente, renacían sin cesar e iban adquiriendo siempre un rostro nuevo, sin que entre los sucesivos rostros viniera a interponerse un resquicio de tiempo
y todos estos rostros y figuras yacían, fluían, se multiplicaban, flotaban aisladamente y volvían a confluir (…)"


Hermann Hesse, retratado por  Ernst Würtenberger (1905)

Hermann Hesse escribió “Siddhartha” tras la Primera Guerra Mundial o “Gran Guerra”. Comenzó en febrero de 1920 y, tras un largo paréntesis, la concluyó en marzo de 1922.
Hesse vivía en Berna cuando estalló la guerra en 1914; se presentó como voluntario en la Embajada alemana, siendo rechazado por su vista cansada.
Colaboró con la Cruz Roja enviado libros a los soldados alemanes presos en Francia, Italia y Rusia.

Prisioneros de guerra (POW) alemanes en un campo francés, 1918

Desde 1916, año de la muerte de su padre, Johanness,  editó distintas publicaciones destinada a prisioneros, e incluso fundó una pequeña editorial, con volúmenes de cuentos de Emil Strauss, los hermanos Mann, Gottfried Keller, y propios.

Soldados australianos atendidos en una trinchera alemana

Con el impacto que le producían las noticias del frente y el número de muertos, escribió: 
“La miseria que clama de todas partes del mundo es tan monstruosa, que desde mi pequeño rincón haré todo lo posible para ayudar”.

La historia del buscador que es Siddhartha, que se cruza brevemente con el Buda, surge del profundo conocimiento que poseía Hermann Hesse de la India y de su cultura, alimentado en parte por su abuelo materno, Hermann Gundert, especialista en Indología, y que vivió parte de su vida en Asia. Tanto él como su madre, Marie, misioneros pietistas, le transmitieron muchas historias, matizadas en su propio viaje de tres meses, en 1911, junto con el pintor Hans Sturzenegger:
“Hallamos al pueblo puro, simple, infantil del paraíso. Pero nosotros mismos somos diferentes; somos extraños aquí (…) perdimos nuestro paraíso hace largo tiempo…”

Soldados ciegos leyendo libros en Braille, Baltimore, EE.UU., 1920

En su excelente biografía-guía “El lector de Hermann Hesse”, Katinka Rosés y Francesc Miralles reflejan la favorable acogida de la novela en su época, destacando también que
“perdidos en la Europa de entreguerras, muchos jóvenes tomaron a Hesse como “gurú” y pusieron los ojos en Oriente.”
Y apuntan:
“Hermann Hesse logró con su Shiddhartha –que es la historia de una búsqueda- traducir al gusto occidental la sabiduría milenaria de Oriente, en la que el budismo tiene una posición preponderante (…)"

Prisioneros alemanes con equipación deportiva en el campo de prisioneros (1914-17)
que existió en Taisho, actual barrio de Osaka.
Los prisioneros no realizaban trabajos forzados.

Su traducción al inglés en 1951, gracias al empeño de un impresionado Henry Miller, supuso otro gran éxito de la novela, esta vez en Estados Unidos en los años 50 y 60, treinta años después de su publicación en Berlín.


Fuentes:
"El lector de Hermann Hesse". Katinka Rosés Becker y Francesc Miralles Contijoch. Océano, 2000.
"Siddhartha". Hermann Hesse. Plaza & Janés, 1987.


sábado, 18 de febrero de 2017

En recuerdo de Margarita Moreno



Mi alma es una nube que se aleja.
Mi alma es mi dolor, mío, por siempre.
Mi alma es el naranjo azul que arde.
(...)

Mi alma es este oro en que florezco.
Mi alma es el paisaje que me mira.
Mi alma es este pájaro que tiembla.
(...)

Mi alma es este canto arrodillado.
Mi alma es un nocturno y hay un río.

Mi alma es un almendro de oro blanco.
Mi alma es una fuente enamorada.
(...)

Mi alma es un rumor de acacias rosas.
Mi alma es un molino transparente.
(...)


"Homenaje". Juan Eduardo Cirlot (1916-1973)

domingo, 5 de febrero de 2017

Sastipen thaj Mestipen. Salud y libertad. Arte gitano en Cibeles.



En el CentroCentro Cibeles de Cultura y Ciudadanía se expone una muestra internacional de pintura y escultura gitana contemporánea.

Las obras han sido reunidas por la Galería Kai Dikhas, con la participación del Instituto de Cultura Gitana (fundación pública del Ministerio de Educación) y del Goethe Institut.

Es ésta una pequeña selección de todo un descubrimiento en un día de lluvia, que sorprende por su vitalidad y valor artístico, el dolor omnipresente y también la autoafirmación.


Gérard Jean Gartner.
"D.I.R. (DÉCHET INDUSTRIEL RECYCLÉ N.N."  Plástico fundido.


Kálmán Várady
"Guerrero Gitano X". 2015. Collage de material sobre madonna de yeso.





Delaine Le Bas.
Instalación "Caza de brujas. Is She Here? ¿Está aquí?", 2011.
"Caza de brujas. Novia", 2009.

David Weiss
"Cohete", 2015. Metal.
Vive y trabaja en Witzenhausen, Alemania: "defiende la libertad como elemento de su inspiración."


Ceija Stojka.
"Una vida después Auschwitz!", 2002. Acrílico sobre tela.

 Ceija Stojka.
"Sin título", 2006. Gouache y acrílico sobre cartón.

 Ceija Stojka.
"Auschwitz. Estábamos avergonzados", 2008. Tinta sobre papel.





Kálmán Várady nació en Hoffnungsthal, Alemania, en 1958.
Vive y trabaja en Colonia, donde estudió Arte.

"Su idea de lucha contra el racismo la refleja en sus composiciones y esculturas (...) un arte exótico, impactante y vehemente."

























Delaine Le Bas (1965) es originaria de Reino Unido.

Expone en el ámbito internacional, en festivales como el de Arte Singular (Roquevaire, Francia) o en el Museo Americano de Arte Visionario (Baltimore, Estados Unidos).








Ceija Stojka (1933-2013), austriaca romaní, fue pintora, escritora, música y superviviente del Holacausto.
El asesinato de su padre en el campo de concentración de Dachau ha influido en toda su obra.




sábado, 7 de enero de 2017

Užupis, espíritu de río.

“2. Todos tienen derecho a agua caliente, a la calefacción en el invierno y a un tejado.” (Artículo 2 de la Constitución de la República de Užupis, Vilnius, Lituania).


El 1 de abril de 1997, fecha similar en Lituania a nuestro “Día de los Santos Inocentes”, unos pocos vecinos marcharon, con un cierto aire de parodia, por el deteriorado barrio de Užupis, en Vilnius,  declarando su independencia y la República de Užupis.
Una república al lado del río Vilnia o Vilnelé, con su propia bandera (una mano abierta), que cambia de color según la estación del año; y su propia Constitución, recogida en más de veinte idiomas en placas a lo largo de la calle Paupio.

“1. Todos tienen derecho a vivir cerca del río Vilnelé y el río Vilnelé tiene derecho a fluir cerca de todos.”
El río separa a Užupis de la ciudad. Los primeros puentes se construyeron en el siglo XVI, y entonces su población sera mayoritariamente judía.
Con la Segunda Guerra Mundial, prácticamente toda la población fue asesinada durante el Holocausto, y la posterior ocupación soviética destruyó el cementerio judío. El barrio quedó deshabitado, y muchas de sus casas en malas condiciones.
Con poco más de medio kilómetro cuadrado, en el NE de Vilnius, vivir en él resultaba barato, y ya desde la época soviética muchos artistas comenzaron a alojarse en Užupis.
Tras la independencia de Lituania en 1991, el barrio se revitalizó y se puso de moda, pero sin perder sus señas de identidad, que la hermanan con Christiania, en Copenhague y Montmartre, en París.
Símbolos sexuales coexisten con "El Cristo de los Mochileros"; son frecuentes los dibujos o esculturas de animales, y la sensación del viajero y el turista es que se trata de un lugar diferente y mágico.

"13. Un gato no está obligado a amar a su dueño, pero le debe ayudar en los momentos difíciles."
El viajero y el turista se van a encontrar también con una ciudad en medio de un bosque, que es como te describen Vilnius.
En toda la zona del Báltico domina la taiga, y el amor por la naturaleza.
Nos contaron el caso de un castor que entró en una escuela infantil. Los niños dejaron de estudiar y se concentraron en él. Vino la Policía de Animales y se lo llevó. Al día siguiente, los niños preguntaron a familiares y profesores por el castor, preocupados por su destino. El revuelo fue tal, que las autoridades tuvieron que comparecer en televisión asegurando que el animal estaba bien y que no debían preocuparse. Creo que lo habían liberado y enseñaron fotografías o algún video.
El tránsito de un país a otro por carretera te recrea con kilómetros de taiga y la visión de alguna manada de renos. 

20. Nadie tiene derecho a usar la violencia.
21. Todos tienen derecho a darse cuenta de su irrelevancia y de su grandeza.
22. Nadie tiene derecho a usurpar la eternidad.”
La población de Lituania profesa el catolicismo prácticamente en su totalidad.
Sin embargo, sus orígenes perviven, y es frecuente que las personas tengan nombres como “Feliz”, “Abeto",… u otros relacionados con la naturaleza.
Ya fuera de la vital Užupis, sorprende encontrarnos con la Iglesia de Santa Teresa (s. XVII) en la calle Ausros Vartu, la más antigua de la ciudad, que conduce a la Puerta del Alba, la única conservada de la muralla que rodeaba Vilnius.

“38. Todos tienen derecho a no tener miedo.
En diagonal a la pequeña y mágica República, al SO, se encuentra Paneriari, a las afueras de la ciudad.
Su bosque es testigo de la muerte de unas cien mil personas perpetrada por el Ejército alemán entre julio de 1941 y 1944. Ya en los primeros meses de ocupación, el Einsatzkommando o unidad de exterminio de las SS había asesinado a la mitad de la población judía (35.000 habitantes).

 “4. Todos tienen derecho a equivocarse.
  5. Todos tienen derecho a ser únicos.
  6. Todos tienen derecho a amar.
32. Todos son responsables de su libertad.
35. Nadie tiene derecho a echarle la culpa al otro.”
Según la Wikipedia en lengua inglesa, los redactores de la Constitución de Užupis fueron el poeta, músico y director de cine Romas Lileikis y el artista Thomas Chepaitis.
En su artículo Užupis, la república utópicaFrancisco López-Seivane entrevistaba precisamente a Thomas Chepaitis, “un barbudo orgulloso de haber nacido el mismo día (no el mismo año) que García Lorca (…) ¿Tienen embajador en España? “Sí, don Quijote de la Mancha (…)”


Estos son los últimos tres artículos de la Constitución:

“39. No venzas.
  40. No te defiendas.
  41. No te rindas.”


No te rindas.





Transcripción literal de la placa en castellano de la Constitución de la República de Uzupis en la calle Paupio, Užupis, Vilnius.
Artículos no citados:
 3. Todos tienen derecho a morir, pero no es su obligación.
 7. Todos tienen derecho a no ser amados, pero no necesariamente.
 8. Todos tienen derecho a ser insignificantes y desconocidos.
 9. Todos tienen derecho a ser perezosos y a no hacer nada.
10.Todos tienen derecho a amar y proteger un gato.
11.Todos tienen derecho a cuidar de un perro hasta que uno de los dos se muera.
12. Un perro tiene derecho a ser un perro.
14. Todos tienen derecho a no saber de vez en cuando que tienen obligaciones.
15. Todos tienen derecho a dudar, pero no es su obligación.
16. Todos tienen derecho a ser felices.
17. Todos tienen derecho a ser infelices.
18. Todos tienen derecho a guardar silencio.
19. Todos tienen derecho a tener fe.
23. Todos tienen derecho a comprender.
24. Todos tienen derecho a no comprender nada.
25. Todos tienen derecho a tener varias nacionalidades.
26. Todos tienen derecho a celebrar o a no celebrar su cumpleaños.
27. Todos tienen la obligación de recordar su nombre.
28. Todos pueden compartir lo que poseen.
29. Nadie puede compartir lo que no posee.
30. Todos tienen derecho a tener hermanos, hermanas y padres.
31. Todos pueden ser libres.
33. Todos tienen derecho a llorar.
34. Todos tienen derecho a ser incomprendidos.
36. Todos tienen derecho a ser subjetivos.
37. Todos tienen derecho a no tener ningún derecho.