martes, 30 de diciembre de 2014

"Jules et Jim". Esa cosa que no se puede domar (3)

Una noche, al despedirse, Catherine le dice a Jim:
“Nuestro afecto todavía está naciendo. Hay que dejarlo tranquilo como a un recién nacido. Ha amado, Jim. De verdad, eso se nota.” La conversación deriva hacia Gilberte:”¿Todavía la ama y ella a Vd.? No la haga sufrir, Jim”.
El se sincera, hasta donde puede:
“Siento la necesidad de aventuras, de riesgos. Y también de otras cosas (…) La admiro, Catherine. Y me gusta verla.”
Esa noche, Jules telefonea Jim. 
Catherine quiere leer a toda costa “Les affinités électives”, de Goethe, que ha prestado a Jim. Y, casi implorante: “Jim, Catherine ya no quiere saber nada de mí. Me aterroriza perderla y que salga completamente de mi vida. La última vez que le vi junto a Catherine parecían una pareja que podían compenetrarse.  Jim, ámela; cásese con ella y permítame que la siga viendo; quiero decir, si la ama, deje de pensar que yo puedo ser un obstáculo.”
Jim, seguro, camina por el porche al encuentro de Catherine, para entregarle el libro: Entran en la casa cogidos de la mano. Y así se besan, por primera vez. “Jim se levantó encadenado. Las otras mujeres, ya no existían para él” (voz en off).
Aparentemente desde la amistad, y el deseo, y la admiración, Catherine anuncia a Jules que Jim va a vivir con ellos.
En un aparte, Jim pregunta:
"- ¿Y Jules?"
Y ella responde:
"- Nos ama a los dos (…) Sufrirá menos así. Le amaremos y respetaremos".

José Miguel Viña, de la Universidad de La Laguna, en su análisis de "Jules y Jim", recoge la opinión de Román Gubern: La adaptación de la novela de Roché es “una de las constantes del universo Truffaut, a saber: la “dificultad de amar”.

En el mismo trabajo, publicado en 2011 en la revista Icono14, Viña señala que "aspectos como la pasión y el impulso se ven rígidamente constreñidos por esquemas morales y prejuicios heredados de una idiosincrasia aburguesada.
La imposición de la “rectitud” hace que el deseo, como impulso destructor, convierta a los personajes [de ejemplos fílmicos] en esclavos de sus propias pasiones".
Y prosigue:
"La presencia del yugo de la norma, implica la existencia de un sujeto o grupo (minoría instituyente) encargado de elaborarla, darle forma y aplicarla. Y significa, en segunda instancia, la subordinación de una mayoría (sujetos instituidos)(...) el cine se ha aproximado a las sexualidades periféricas (...),. La hipótesis que barajamos presupone que alzarse contra la sexualidad normalizada deviene (en el marco narrativo) en tragedia y destrucción".

Citando a José de la Colina, los personajes de la película “viven sus sentimientos, sus pasiones, sus ideas (...) en el cuadro social de una civilización europea, cristiana, burguesa, que ha establecido un código, implícito y explícito, para las relaciones entre los hombres y entre el hombre y la mujer. Sin intención de escándalo, con la misma pureza de sus pro-tagonistas, el film desarrolla una forma de relación que se coloca fuera de ese código, que reconsidera (...) todas las convenciones morales sobre el sexo y la pareja.”
Siguiendo el recorrido propuesto, nos recuerda que "Viridiana" es de 1961, "El graduado" de 1967, y "Cowboy de medianoche", de 1969: "Jules y Jim", contemporánea de "Lolita", "excede los límites de la pareja tradicional y desnuda sus insuficiencias. El rol masculino-dominante-falocéntrico (que habíamos visto en "Un tranvía llamado deseo", dirigida por Elia Kazan en 1951) entra en crisis a favor de una nueva mujer dotada de autonomía (…) Desde esta perspectiva, el filme presenta una contradicción discursiva, al generar expectativas sobre una nueva forma de sentir y vivir las relaciones (ideal, utópica…) y denegar su concreción física (la expectativa es irrealizable)".

En su biografía de Françoise Truffaut, Baecque y Toubiana reflejan los temores del director:
"Aunque la acogida de la crítica es excelente, Truffaut está preocupado por el riesgo de una posible censura, consciente de que ese “triángulo de amor puro” puede muy bien incomodar a los censores (…) la comisión de control (…) autoriza (…) su difusión junto con la prohibición a menores de dieciocho años (…) aunque Truffaut logra reunir los prestigiosos apoyos de Renoir, Cocteau, Armand Salacrou, Pierre Lazareff y Alain Resnais, que responden del “carácter no inmoral “ de la película, se confirma la sentencia".
En Italia, la película es prohibida: “Truffaut llega a Roma para apoyar las movilizaciones públicas organizadas por Dino de Laurentiis, distribuidor de la película, junto con prestigiosos intelectuales reunidos alrededor de Alberto Moravia y Roberto Rossellini.”  La prohibición se levanta, se proyecta el 3 de septiembre en Roma, Torino y Milán “y es aclamada por la crítica”.
En Alemania, Inglaterra, Bélgica y Suecia la película es un éxito. 
En Estados Unidos, El Herald Tribune elogia la película,  y el New York Times, entre otros medios, considera "Jules y Jim" como “una de las obras más originales y conmovedoras del cine francés”.
Viña Hernández, José Miguel. "Impulso destructor. (S)experiencia perversa". Revista Icono14 [en línea] 1 de octubre de 2011, Año 9, Vol. Especial, pp. 177-193. Recuperado (Fecha de acceso), de http://www.icono14.net
Antoine de Baecque y Serge Toubiana. “François Truffaut”. Traducción de Jesús Bretos. Plot Ediciones, 2005.

sábado, 27 de diciembre de 2014

¡Nunca jamás! Зто не Должно повториться

Soldados rusos en un campamento de prisioneros alemán. Neisse, 1915.

No es frecuente la exhibición en España de materiales sobre el papel desempeñado por Rusia en la Gran Guerra desde un punto de vista no bélico y, además, enlazado con los esfuerzos diplomáticos, incluidos los españoles
En la Fundación AISGE se exponen estos días reproducciones de los archivos conservados en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia y del Museo Estatal de Historia.
La muestra ha destacado los aspectos más humanos, como las fotografías del “teniente Benua” sobre refugiados, los prisioneros rusos, lo que reflejaron los niños en sus dibujos, las referencias a reinos que dejaron de existir, la maquinaria diplomática. 
Dibujos de niños rusos (1914-1916). Arriba: Campamento de tiendas de campaña. Abajo: Soldados de los países beligerantes (Rusia, Alemania, Francia, Turquía y Japón)

Retratos del rey Jorge V de Gran Bretaña y de Alexander Karageorgievich, regente del Reino de Serbia a partir de 1914. Las exigencias del Gobierno austro-húngaro tras el asesinato del heredero al trono Francisco Fernando de Habsburgo y su esposa, la condesa Sofía Chotek, incluían, entre otros puntos, la separación de los oficiales del Ejército y funcionarios de la Administración serbia “culpables de la propaganda contra la Monarquía austro-húngara”, así como “abrir una encuesta judicial contra los participantes en el complot (…) que se encuentran en territorio serbio. Los órganos delegados por el gobierno imperial y real tomarán parte en las investigaciones”; es decir, consentir que la policía austriaca investigara en territorio serbio.

Nota de 10 de junio de 1915 del Viceministro de A. Exteriores, Anatoly Neratov, al Embajador de España en Rusia, el Conde de Cartagena, sobre “la difícil situación en la que se encuentran prisioneros de guerra rusos en Alemania”. Se especificaban casos concretos y se solicitaba la presentación de una protesta ante el Gobierno alemán.

















Arriba: Sergey Sazonov, en 1910. 
Izquierda: Anibal Morillo y Pérez, Conde de Cartagena.


Telegrama del Ministro de Asuntos Exteriores, Sergey Sazonov, de fecha 3 de noviembre de 1914, al Embajador de Rusia en España, solicitando la mediciación de los Embajadores españoles en Berlín y Viena para elevar “una protesta a los gobiernos de Alemania y Austria-Hungría por numerosos casos de atrocidades y violencia cometidos contra los súbditos rusos, prisioneros de guerra y soldados”.


Fotografías del “teniente Benua”, marzo-mayo 1916. De arriba a abajo: “Los refugiados”, “La ametralladora antiaérea” y “Con la máscara antigás”

Tren hospital. Postal de 1914-1916.


Hasta el 7 de enero.
“Gran Guerra: gloria y catástrofe. Así empezó el siglo XX”
Fundación AISGE
Ruiz de Alarcón nº 11, Madrid.

"¡Nunca jamás!  Зто не Должно повториться" aparecen en el último párrafo del texto de presentación de la exposición.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Poeta de guardia XXV: Luis Cernuda




No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.



Siempre me ha gustado esta fotografía. Seis jóvenes, con sus cuerpos jóvenes -y no tan jóvenes-, corren hacia la cámara. En sus rostros se lee la timidez, la alegría, la ilusión, la fuerza de la vida; y esa mañana, esa tarde, están en bañador en la playa. 
Aunque sea 1937.

La vi por primera vez en un impresionante texto de Andrés Trapiello, publicado en la revista Clarín. En él hablaba, claro está, de la fotografía, de Luis Cernuda; de qué pasó con cada uno de ellos. Qué fue de ellos.


“Es él quien ocupa el centro de la escena. A su derecha está Blanca Pelegrín y a su izquierda Carmen García Lasgoity; ambas han pasado su brazo por la cintura del poeta, como él ha entrelazado a su vez la cintura de las dos. Junto a Blanca está Víctor María Cortezo, Vitín Cortezo, el íntimo amigo de Cernuda, y junto a Carmen está Manuel Altolaguirre, quien a su vez abraza por el hombro a la otra Carmen del grupo, Carmen García Antón. La foto fue tomada por el mítico fotógrafo Walter Reuter. Sólo la vida de este hombre, que murió a la edad de noventa y nueve años hace dos, daría para una gran novela.Sin duda la de todos esos personajes fue novelesca."



Manuel Altolaguirre editó revistas en la imprenta del Monasterio de Montserrat durante la Guerra Civil, y también libros como “Cancionero menor para los combatientes”, de Emilio Prados, y “España, aparta de mí este cáliz”, de César Vallejo.

En febrero de 1939, cruzó la frontera francesa. Tras pasar por un campo de concentración, se reúne con su familia en París, gracias a la mediación de la Asociación de Escritores Antifascistas de Francia. Ayudado por Paul Eluard y Pablo Picasso, entre otros, salen camino de Cuba, concluyendo su periplo en Méjico dos años después. Apunta Andrés Trapiello: “El impresor por cuyas prensas habían pasado libros de todos los poetas de su generación, acabaría dejando su oficio para dedicarse al del cine. Tampoco podía sospechar que cuando regresara a España en 1959 para presentar en el festival de San Sebastián una película sobre San Juan de la Cruz, la muerte le estaría esperando en forma de accidente de coche en la carretera general a la altura de Burgos.

“A Vitín Cortezo le encontraremos colaborando en la revista fascista Vértice el mismo “año de la victoria”, 1939, y a partir de entonces en múltiples proyectos del teatro nacional de esos años, sin que ninguno de sus antiguos amigos le reprochara que lo hiciera, porque lo sabían, tan disparatadamente wildeano, un hombre que con ponerse a salvo de su “moralidad” en aquella España del nacionalcatolicismo tan contraria a ella, tenía bastante.” 

Y escribe Marcos Ordóñez, en un artículo sobre el escenógrafo y figurinista: “Su abuelo era el doctor Cortezo, con monumento en el Retiro, calle en Madrid y Toisón de Oro impuesto por Alfonso XIII. Y pisazo en Recoletos 18 (…) Se le recuerda dibujando compulsivamente, dentro y fuera de escena, en las barras de los bares, en los clubes de travestis de Tirso de Molina, y regalando luego sus dibujos (…) Última anécdota y última época, ya en los setenta: Vitín saltando al interior de un furgón policial durante una redada de homosexuales mientras proclama “Aquí hay que darse prisa, niñas, que luego cogen los mejores sitios.”
"Carmen García Lasgoyti fue otra más de esas ancianas que abonándose en su acabamiento a los actos de la Residencia de Estudiantes actual se diría que perseguían aún algo de lo mucho que les había sido arrebatado injustamente."

"Carmen Antón se exilió en Buenos Aires, donde ha muerto hace sólo unas semanas [2007]. Dejó publicadas sus memorias, que nos ponen ante una mujer inteligente y bondadosa, pero también ante la fragilidad de todas las vidas, apenas un puñado de arena que el viento mueve de sitio, o de cenizas, las suyas, que fueron esparcidas por decisión de la actriz junto a la estatua que García Lorca tiene en un parque de Buenos Aires."


Ambas lucen en la solapa el emblema de La Barraca. 


"¿Vivirá o habrá muerto Blanca Pelegrín?  Este silencio ilustra también el que ha pesado sobre las vidas de muchas mujeres de esa época. Alguien conocerá sus historias completas. ¿Se exilaría Blanca Pelegrín como Cernuda sin volver a España o moriría fuera de ella como Carmen García Antón? ¿Se quedaría como Cortezo? ¿Se exilaría y volvería a España como Altolaguirre? ¿Se haría apátrida y vagamunda como Reuter?"

La fotografía la tomó Walter Reuter. La playa era la Malvarosa.

Luego, lejos, tarde, solo, otra fotografía, en una playa de Méjico.













Cernuda partiría al exilio (…) No pudo sobreponerse a un ambiente que encontraba política y moralmente inaceptables (…) Jamás regresó a España y el día que murió los periódicos mejicanos le despidieron con notas más breves aún que los anuncios por palabras.

Por eso me rebelo cuando veo cómo inauguran sus exposiciones, sus aniversarios, gente que nunca le apreciaron, que dicen que lo han leído, que jamás han luchado por la igualdad, que no creen en ella.

Andrés Trapiello: "Una fotografía"

Marcos Ordóñez: "Especies (casi) extinguidas. Vitín Cortezo"

Olga Alvarez: "Carmen Antón, de La Barraca a Buenos Aires"


martes, 16 de diciembre de 2014

"Jules et Jim". Esa cosa que no se puede domar (2)

“La mayoría [de los distribuidores] no confía en la película. “¿Pero qué clase de película es ésta? ¡Un hombre que sujeta la vela mientras su mujer está haciendo el amor con otro! Tuvimos que oír de todo y François y yo [Marcel Berbert] fruncíamos el ceño.”
© Fotografía de Botti/Contacto 
Cuando Jules le pide matrimonio, Catherine le contesta: 
"Vd. no ha conocido a muchas mujeres… Yo, por mi parte, he conocido a muchos hombres; haciendo el promedio, quizá podamos formar una pareja honesta."

Jim publica su novela, entrega regalos a Jules y Catherine, que siguen viviendo juntos,  y les invita al teatro, a la obra de “un autor sueco” ["Casa de muñecas", de H. Ibsen]
La escena del final de la representación es diferente para los tres amigos. Mientras Jules y Jim aplauden con poca convicción, Catherine se esfuerza por aplaudir, y dice: “A pesar de todo, esa chica  me gusta. Quiere ser libre. Inventa su vida a cada instante.”
Aparentemente sin pensárselo, se lanza al río mientras caminan por la calle, tras divagar los dos amigos sobre la pareja y el papel de la mujer; la ven nadar plácidamente en las aguas frías y oscuras, exclaman: “¡Estás loca!”. La introducen con preocupación en un carruaje, y es entonces cuando le pide una cita a Jim para hablar, que un Jules casi implorante le insiste que acepte.
Pero Catherine acude tarde y no se encuentran. En la escena siguiente, el teléfono despierta a Jim: Catherine y Jules anuncian que se casan en Alemania.

Unos días después, estalla la guerra, la “Gran Guerra”. 
Algunas escenas de trincheras fueron tomadas en Beaumont-sur-Oise. Monumento a los caídos en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Fotografía de P. Poschadel.
Las imágenes documentales de la Primera Guerra Mundial seleccionadas para la película muestran, a poca distancia de la cámara, movimientos en las trincheras y, explosiones, transmitiendo todo su realismo y crudeza.
En la primavera de 1916, Jim tiene un permiso de una semana en París. Gilberte, su amante, le ha estado enviando paquetes a las trincheras, y les vemos pasear. Ella no piensa en el matrimonio: “Estamos bien así”.
En esa conversación por la calle, un Jim de uniforme reconoce que no tiene noticias de Jules, pero “¿sabes?, a veces, en las trincheras, tengo miedo de matar a Jules”.
Cuando la guerra concluye, ambos están vivos; Catherine y Jules viven “cerca del Rhin” y tienen una hija, Sabine.
Jim viaja hacia la Alemania de esta postguerra, envía crónicas a los periódicos que le publican y visita los lugares donde combatió más duramente. Recorre los cementerios (“a los que llevaban de visita a los niños de las escuelas”) y busca los nombres de sus compañeros muertos. Estos pocos minutos son de los más emocionantes de la película, pues concentra en escasos planos una historia que claramente atraviesa al personaje.

El reencuentro de Jim y Catherine parece congelado en el tiempo: “Jim tuvo la impresión de que ella llegaba con un poco de retraso a la cita del café”; por otra parte, los dos amigos se miran y se besan:
“-  No ha cambiado, Jim
 -  No ha cambiado, Jules
 -  Oh, vaya, nadie ha cambiado”, exclama Catherine
En verdad, los tres parecen más jóvenes: Jim se ha afeitado el bigote, Catherine se ha cortado el pelo, y Jules lo lleva revuelto.

La interpretación de Oskar Weiner, explicando que le han encargado un libro sobre libélulas que ilustra Catherine,resulta conmovedora. Como en la mayor parte del metraje de la película, desprende fragilidad, candor, sensualidad. Ahora ya no fuma: observa las plantas. “Tiendo erróneamente a especializarme demasiado, envidio su enorme capacidad para diversificar, Jim.”
Jim rememora una pregunta que hizo a su profesor:
- Pero,  ¿qué puedo ser? Un curioso.
- Eso no es una profesión todavía; viaje, escriba, traduzca, aprenda a vivir en cualquier sitio, empiece en seguida; el futuro es de los curiosos.

Cuando se despiden después de un día idílico, Jules le dice a Jim “tengo que hablarle”; le pregunta por Catherine. Jim cree que "el matrimonio y la maternidad le han sentado bien. La encuentro un poco menos cigarra, un poco más hormiga”, pero Jules le transmite sus temores: “Puede ser (…) pero cuando las cosas van demasiado bien suele estar descontenta. Cambia de aspecto y lo fustiga todo con gestos y palabras (…) Jim, tengo miedo de que nos deje.” Ante la incredulidad de Jim, oimos que Catherie se ha marchado en ese tiempo seis meses, y Jules teme que vuelva a ocurrir: “¿Sabe, Jim? Ya no es del todo mi mujer. Ha tenido amantes. Tres, que yo sepa…”

Albert, el amigo de las diapositivas, herido de guerra, vive ahora en un pueblo cercano y ha hablado con Jules acerca de casarse con Catherine y llevarse a la pequeña Sabine. Tras esta confidencia, Jules sigue hablando: “Cuando cree que no se la aprecia lo suficiente, se muestra terrible, pasando de un extremo a otro con ataques repentinos”.
En el fondo, Jim no está sorprendido. 
Catherine también quiere hablar con él.
Pero “no quiero decirle nada, quiero preguntarle.”
El tono festivo, casi circense, con que George Delarue abre la película, choca con el tema musical que nos propone para este momento.
Bajo un árbol y la noche, tras un preámbulo de medio minuto, una lenta inmersión en las delicadas e íntimas notas de Catherine et Jim, haciéndonos soñar, bailar con los ojos cerrados.
Jim le narra desde el principio su amistad con Jules en París, cómo la conocieron, lo que han vivido hasta entonces, las virtudes de Jules.
“Voy a repetir la historia como yo la he vivido”, dice entonces Catherine, “es la generosidad, la inocencia;  la vulnerabilidad de Jules la que me deslumbró y me conquistó; en contraste tan grande con los otros hombres (...) Creía que la felicidad le curaría esas crisis que tiene; pero debe curarse él solo de ellas. La felicidad, pues fuimos felices, no se instaló en nosotros y nos encontramos, cara a cara, desunidos.” 
Jeane Moreau lleva en las manos un helecho. Su relato prosigue cuando Jules parte hacia el este al estallar la guerra, sus sensaciones en el primer permiso: “Me sentí en los brazos de un extraño.” 
Tras nacer Sabine, le pide a Jules dormir en habitaciones separadas: “Te he dado una hija, para mí es suficiente (…) recobro mi libertad”. Albert “tiene esa autoridad que le falta a Jules (...) siento una profunda amistad hacia él, pero nada más”.
No pretende "haberlo contado todo en un momento…”
Jim la desea. Pero no quiere que deje a Jules. No sabe qué va a hacer él; por otro lado, piensa que, imperceptiblemente, ella trata de seducirle.
¿No tendría que aparecer Apollinaire por aquí, en Francia, en medio de todo? Pues sí, aparece. Es la escena en la que los tres, Albert, Jim y Jules hablan sobre la guerra, y entonces Jim menciona a un artillero que conoció, sin  mencionar el nombre de Apollinaire. Su relato va coincidiendo, punto por punto, con su relación con Madeleine Pagès (entrada de este blog, de 13 de abril).
Porque una historia como la de Apollinaire y Madeleine solo puede suceder en “esa especie de locura colectiva y la presencia de la muerte minuto a minuto” que es la guerra, la Gran Guerra.


Lo que hoy nos parece admisible, una mujer enamorada y amante de dos hombres, no era tan fácil de mostrar en una pantalla hace treinta años”, cuenta Claudine Boché, que montó la película.

¿Es sólo eso lo que cuenta, lo que muestra, la película?
En un momento, se convertirá en un poliedro de múltiples caras.

“François Truffaut”. Antoine de Baecque y Serge Toubiana. 
Traducción de Jesús Bretos. 

Plot Ediciones, 2005.

viernes, 12 de diciembre de 2014

"Jules et Jim". Esa cosa que no se puede domar (1)


Jules et Jim es la construcción de una amistad genuina, el encuentro de dos jóvenes maravillosamente vivos, creativos, confiados, en brazos de la vida. 
Se tratan de usted, se escuchan, comparten. 
Uno es alemán, el otro es francés.
Están en París. Es 1912.

“Truffaut  descubre la novela Jules et Jim de Henri-Pierre Roché  (…) rebuscando entre unos libros de segunda mano que están apilados en la librería Delamain, situada en La Place du Palais-Royal (…)  es un ilustre desconocido de setenta y seis años de edad y Jules et Jim es su primera novela (…) “En aquel entonces, mi escritor preferido era Cocteau por la rapidez de sus frases, su sequedad aparente y la precisión de sus imágenes. Y mira por donde descubría yo (…) a un escritor que me parecía mejor aún que Cocteau (…)  A través del estilo de Roché la emoción nace de la nada, del vacío, de todas las palabras descartadas."
En 1961, Jean Gruault y Truffaut “se ponen manos a la obra para construir esa historia que gira alrededor de un “triángulo de amor puro” que debería ser el subtítulo de la película.”
Mientras Jim vive una vida sentimental práctica, Jules evoca en las mujeres su mundo interior, resonancias de pasado y futuro, idealizaciones.
En casa de un amigo de Jules, Albert, contemplan diapositivas de piezas antiguas. Un busto sonriente, de facciones grandes y casi esquemáticas, llama la atención de Jim. Voz en off: “¿Habían visto alguna vez esa sonrisa? Jamás. ¿Qué harían si algún día la encontrasen? La seguirían”.
En el gimnasio, Jim lee a Jules la novela que escribe, basada en su amistad. Jules le pide el manuscrito para traducirlo al alemán. Ambos se admiran, se estimulan.

“Para interpretar el papel de Jim, Truffaut elige a Henri Serre, un joven actor  aún desconocido que trabaja en un número [dúo cómico con Jean-Pierre Suc] en Le Cheval d’Or (…) está impresionado por el parecido físico del actor con el escritor en su juventud: alto y delgado, voz grave y dulce y gestos secos y rápidos. Para el papel de Jules, la elección es más delicada (…) prefiere un actor extranjero, convencido de que su acento y sus vacilaciones al hablar contribuirán a que el personaje sea más conmovedor (…) optando por Oskar Werner, un actor de teatro célebre en Alemania y Austria, director del Burgtheater de Viena, que hizo un espléndido Hamlet a comienzos de los años cincuenta (…)" Oskar es recordado como “jovial, hábil, concentrado y muy afectuoso”. Le enseñaban francés por la noche porque “lo hablaba mal”. Cantaba “piezas de Mozart en el coche, era encantador”. Muy distinto será el rodaje de Fahrenheit 451, según los biógrafos.


Una carta de un primo de Jules les anuncia la llegada de unas amigas que estudiaron con él en Múnich: "una berlinesa, una holandesa, una francesa… ... vendrán a cenar a mi casa mañana, ¡cuento con Vd.!" "¡Bien!" Y entonces, en aquella cena, “todo empezaba como un sueño”.
Durante un mes, Jules y Catherine conviven. Luego, un día, Jules decide presentarle a Jim. “Pero no la compartiré”, añade Jules, con su encantadora sonrisa. Ese mismo día en que Catherine conoce a Jim, ella les deleita disfrazándose de chico, con cigarro encendido y bigote pintado.


"[Jeanne Moreau] es la verdadera protagonista de la película (…) se encuentra en esos momentos en el cenit de su gloria (…) “Después de la plenitud que alcancé con Louis Malle, me sentía un poco huérfana en lo cinematográfico” (…) A través del personaje de Catherine (…) encarnará para Truffaut a la mujer suprema, frágil y fatal, inteligente y vivaz, divertida y trágica, libre, soberana, que sigue hasta el fin los impulsos del deseo."

Pero hay algo turbador en Catherine. Cuando decide que se marcharán cerca del mar, y prepara su equipaje, Jim le pregunta por el contenido de un frasco. Y ella contesta: “Vitriolo. Para los ojos de los hombres mentirosos.” 
Las escenas del gimnasio se rodaron en el Lamotte, de la Rue Louis-le-Grand.
Es interesante el uso del vestuario que se hace en la película. Mientras sólo aparecen Jules y Jim, la indumentaria masculina es más o menos formal, los “pijamas” del gimnasio. A partir de la aparición de Catherine, asistimos de los vestidos al disfraz;  los bañadores colgados dan paso a camisas y pantalones blancos, iguales, como iguales visten Jules y Jim en los comienzos de la película.


Todo es limpio, como el paisaje, el estado de gracia de los tres protagonistas; saliendo del mar en bañadores de otro siglo, de otra arena, de otro mundo que está a punto de perecer.

Y así se inicia una relación a tres, simpática, natural: ¿Se tornará extraña, irregular, patética? ¿Acabará en una pareja, resultará alguien herido?



Antes de conocerles a los dos, no me reía nunca” (Catherine).




Dedicado a Anónyma Veneciana, de +Marybel Galaazque en algún momento volverá con una de sus magníficas entradas. El cine es la coartada.


“François Truffaut”. Antoine de Baecque y Serge Toubiana. 
Traducción de Jesús Bretos. 
Plot Ediciones, 2005.

martes, 4 de noviembre de 2014

Otro 4 de noviembre. Recordando a Wilfred Owen.

Si tú también pudieras, en tus sueños,
caminar tras el carro adonde lo arrojamos
y ver cómo sus ojos se marchitan,
ver su rostro caído, como un demonio hastiado;
si pudieras oír con cada sacudida
cómo sale la sangre de su pulmón enfermo,
obscena como el cáncer, amarga como el vómito
de incurables heridas en lenguas inocentes,
amigo, no dirías entusiasta
a los muchachos sedientos de una ansiosa gloria
esa vieja mentira: Dulce et decorum est
pro patria mori.

(Traducción de Gabriel Insausti)


Basándose en el poema de Owen, +Morrismovies publicó esta película de animación.

Dulce et Decorum Est




(Y no olvidéis escribir poemas, aunque sean sin palabras)

domingo, 26 de octubre de 2014

Poeta de guardia XXIV: Miquel Martí i Pol

He amado mucho y mucho amo todavía.
Lo digo alegre y hasta un poco sorprendido
de un amor tal que todo clarifica.
He amado mucho y amaré mucho más
sin ninguna clase de miramiento ni trabas
que me escatimen el hondo placer
incomprensible para mucha gente.
Lo digo alegre: he amado mucho y mucho
he de amar. Quiero que todos lo sepan.
Desde la altura clara de este cuerpo
que me hace eco o me responde
cuando el deseo reclama plenitudes,
desde la intensidad de una mirada
o bien desde la espuma de un solo beso,
yo proclamo mi amor: el legítimo.


De “Estimada Marta” ("Amada Marta”)
Versión de Adolfo García Ortega
http://amediavoz.com/martiiPol.htm

Molt he estimat i molt estimo encara.
Ho dic content i fins un poc sorprès
de tant d’amor que tot ho clarifica.
Molt he estimat i estimaré molt més
sense cap llei de mirament ni traves
que m’escatimin el fondo plaer
que molta gent dirà incomprensible.
Ho dic content: molt he estimat i molt
he d’estimar. Vull que tothom ho sàpiga.
Desde l’altura clara d’aquest cos
que em fa de tornaveu o de resposta
quan el desig reclama plenituds,
desde la intensitat d’una mirada
o bé des de l’escuma d’un sol bes,
proclamo el meu amor, el legitimo.



domingo, 19 de octubre de 2014

Versos de lluvia y trueno: Charles Sorley

Mary Maxam: "Breakthrough"
He leído que Robert Graves se refería a la poesía de Charles Sorley como "Sorley's weather".
Ejemplos no faltan:
 "... So, fighting men and winds and tempests, ..."                                                                                "By billows howled at, tempest-storm..."       
"(… ) But until peace / The darkness and the thunder and the rain."
                         "And the wind visited us and made us strong"...

También he leído el poema de Graves, así titulado, duro y desalentador, que concluye:
                                     I'm away to the rain-blown hill
                                     And the ghost of Sorley.

Pero en sus divertidas, magníficas, francas y literarias memorias ("Adiós a todo eso"), hay un momento en que Robert Graves asevera, citando a Charles Sorley:
"one of the three poets of importance killed during the war" (junto a Isaac Rosenberg y  Wilfred Owen).
Este es el último poema que escribió, y que fue encontrado tras su muerte:

Cuando veas a millones de los muertos sin boca
marchando por tus sueños en batallones pálidos,
no digas palabras suaves, como ya otros dijeron,
que puedas recordar. No servirá de nada.
No ofrezcas alabanzas. Pues, sordos, ¿cómo iban a saber
que no son maldiciones lanzadas sobre cada cabeza herida?
Ni lágrimas. Los ojos ciegos no ven caer tus lágrimas.
Ni honor. Es fácil estar muerto.
Di sólo: “Ellos están muertos”. Y añade:
“aunque muchos, mejores que ellos, murieron antes”.
Entonces, si escudriñando la masa atestada llegaras
a reconocer un rostro hasta entonces amado,
debes saber que es un espectro. Nadie viste la cara que conocías.
La gran muerte los tiene poseídos para siempre.
(Traducción de Borja Aguiló y Ben Clark. "Tengo una cita con la muerte" . Ediciones Linteo, 2011)


When you see millions of the mouthless dead
Across your dreams in pale battalions go,
Say nor soft things as other men have said,
That you’ll remember. For you need not so.
Give them not praise. For, deaf, how should they know
It is not curses heaped on each gashed head?
Nor tears. The blind eyes see not your tears flow.
Nor honour. It is easy to be dead.
Say only this, “They are dead.” Then add thereto,
“Yet many a better one has died before.”
Then, scanning all the o‘ercrowded mass, should you
Perceive one face that you loved heretofore,
It is a spook. None wears the face you knew.
Great death has made all his for evermore.
Frente a lo que consideraba un exceso de egocentrismo en poemas como los de Rupert Brooke ("too obsessed with his own sacrifice"), Sorley opta por hablar de "millones de muertos sin boca", por no utilizar el "Yo". No tiene sentido, porque "muchos, mejores que ellos, murieron antes."
El sentimentalismo no tiene lugar: "He [Brooke] has clothed his attitude in fine words; but he has taken the sentimental attitude."
Nacido en Aberdeen, de cuya Universidad su padre fue profesor unos años, comenzó su formación en casa, junto a su hermano gemelo Kenneth, de mano de su madre, Janetta Colquhoun Smith.
Tras su paso por Marlborough College, con una beca para Oxford, entre enero y julio de 1914, y con la aprobación de padres y profesores, vivió y estudió en Alemania: en Schwering y en la Universidad de Jena.
En plena declaración de la guerra, a primeros de agosto fue detenido en Trier, junto con el amigo con el que realizaba una travesía por la región del Mosella, quedando libres el mismo día. 
Infantería británica en Loos, en septiembre de 1915, en medio de una nube de gas venenoso
Alistado como voluntario, a finales de mayo de 1915 llegó a Francia. En una conversación con su madre, había dicho: "De verdad deseo que la gente no se engañe a sí misma hablando de una guerra justa. No existe eso de una guerra justa. Lo que estamos haciendo es expulsar a Satán por Satán." ["I do wish people would not deceive themselves by talk of a just war. There is no such thing as a just war. What we are doing is casting out Satan by Satan."
También escribió:
"England, I am sick of the sound of the word (...) I am training to fight for that deliberate hypocrisy, that terrible middle-class sloth of outlook and appalling "imaginative indolence" that has marked us out from generation to generation." ["Inglaterra, me pone enfermo el sonido de la palabra (...) Me estoy preparando para luchar por esa deliberada hipocresía, esta terrible clase media perezosa de actitud y desastrosa "indolencia imaginativa" que nos ha marcado de generación en generación."]
Durante varios meses permaneció en las trincheras próximas a Ploegsteert, en Bélgica.
Charles Sorley murió el 13 de octubre de 1915 cerca de Hulluch, durante la Batalla de Loos, alcanzado en la cabeza por el disparo de un francotirador alemán. No sé si sus "estrellas" de capitán estaban a la vista, o si fueron decisivas para elegirle como diana.
Detrás del poco poblado bigote, de la mirada decidida y cansada, de la mandíbula ligeramente vacilante de carne nueva de juventud, había un hombre, un poeta,  de tan sólo veinte años.
 William Blake: "Pietà".

Gustav Holst: "The Planets" (4. Jupiter, The Bringer of Jollity) 
Publicado por +Carlos Garcia 
El himno "I vow to Thee, My Country" tiene su base musical en la última parte de este movimiento (aprox. minuto 03:10 de la grabación), que Holst adaptó, y en el poema escrito por el diplomático Cecil Spring Rice en 1908. Frecuente en ceremonias de Estado,  también está incluido en bandas sonoras de películas, como "Another Country".


Fuentes
“Anthem for Doomed Youth. Twelve Soldier Poets of the First World War”. Jon Stallworthy. Published in association with the Imperial War Museum. Constable, 2005.
Michael De-la-Noy, www.oxforddnb.com/templates/article.jsp?articleid=37996&back=