miércoles, 20 de noviembre de 2013

Poeta de guardia VII: Carmen Martín Gaite. "Todo es un Cuento Roto en Nueva York".

Hoy cuento con la colaboración de Dolores Corzo para esta semblanza de Carmen Martín Gaite como poeta. 
No es muy conocido que nuestra "poeta de guardia" en esta entrada comenzó en el mundo de la literatura escribiendo poesía.
"A rachas" (Poesía Hiperión, 1986, 3ª edición aumentada) reúne la obra poética de Carmen Martín Gaite.
Fue Jesús Munárriz, como director de la colección, quien le sugirió reunir sus poemas en un volumen. Al principio, Carmen no se veía con obra suficiente, hasta que encontró una libreta de poemas escritos en Salamanca. Desafortunadamente, no pudo incluir aquéllos que había enviado dedicados personalmente.
El libro se estructura en tres partes. La primera, "Poemas de primera juventud", es la más extensa; aparecen en ella "Amor Muerto" y "Espiga sin Granar". Son estos dos poemas, junto a "Mi Ración de Alegría" -en la parte siguiente- los que mejor retratan su forma de ser. 
"Domingo por la Tarde", también en "Poemas de primera juventud", y "Todo es un Cuento Roto en Nueva York", que cierra la antología, son poemas urbanos en los que se intuye la ausencia de una presencia; la atmósfera opresiva de "Domingo por la Tarde" recuerda a "Entre visillos". 
"Todo es un Cuento Roto en Nueva York" es ya un poema más de metrópoli, que marca una amplitud de horizontes y de evolución, tanto de mentalidad como poética, y que se puede relacionar con el género del cuento ("Caperucita roja en Manhattan").
La lectura de Carmen Martín Gaite en cualquiera de los géneros que cultivó siempre es recomendable.
Su obra merece ser destacada especialmente como una referencia. 

TODO ES UN CUENTO ROTO EN NUEVA YORK [fragmentos]
                               En memoria de William Carlos Williams

Buscadla por Manhattan,
entre las escombreras de chatarra,
los coches de bomberos,
los anuncios, los locos, los cubos de basura,
las vitrinas lujosas y las paredes rotas,
entre los resplandores de gris y de amarillo,
que no la encontraréis,
que se escabullirá
arrojada al montón de manchas movedizas,
jugando al escondite, transformándose,
camuflada en el humo que sube a la calzada
desde las vísceras de la ciudad
por fauces entreabiertas
igual que tapaderas de la olla del infierno.
(...)
Tal vez se ha disfrazado
de esa vieja señora con la gorra calada,
zamarra de piel vuelta
y pantalones dentro de las botas,
capaz, aunque le cueste,
de aguantar las lentillas
con cierta compostura y desafío
por debajo del rimmel pegatoso,
(...)
Buscadla entre la gente que hace cola en el cine,
o al borde de la acera a la caza de un taxi
(...)
Puede haberse mudado en esa chica
de caderas potentes y paso un poco raro,
a quien de pronto un guardia ha cogido del brazo
(...)
Todo es un cuento roto en Nueva York
donde ninguna trama se ha de tener por cierta,
recitado de forma intermitente
entre guiños de flash
en el gran escenario giratorio
al que afluyen en mezcla simultánea
la basura y el oro,
gente que tira y gente que recoge.
(...)
Cansada de rodar,
de soñar apariencias,
de debatirse en vano
ensayando posturas de defensa o de ataque,
de convertirse en otra,
esa mujer perdida por Manhattan
se ha escondido en un cuadro de Edward Hopper,
se ha sentado en la cama de una pensión anónima
y ya no espera nada.

Sin abrir tan siquiera la maleta,
acaba de quitarse los zapatos
porque los pies le duelen,
y se ha quedado sola entre cuatro paredes,
condenada a aguantar a palo seco
esa luz de la tarde ya en declive
que se filtra en la estancia
veteada de brillos engañosos,
con los brazos caídos y la mirada estática,
clavada eternamente de cara a una venta
que de tan bien pintada parece de verdad.
P.D.:
Y, oh sorpresa: buscando -una vez más- ilustrar esta entrada, encontré un poema de Cristina Peri Rosi titulado "Habitación de hotel". Os dejo el enlace:
http://poesia-pintura.blogspot.com.es/2010/06/cristina-peri-rossi-hopper.html

Si queréis añadir alguno más, no dejéis de comentarlo...
¡Saludos cordiales!

viernes, 15 de noviembre de 2013

Robert Graves: entre "Fairies" y "Fusiliers"

No pretendo insultaros si os digo que Robert Graves, además de ser el autor de "Yo, Claudio", "La hija de Homero" o "Los mitos griegos", escribió también poesía.

Pero antes de vivir y morir en Mallorca, Robert Graves fue un niño que aprendió a boxear para defenderse del acoso de otros niños, escalaba con George Mallory*, su profesor en Charterhouse y amigo, el Snowdon (1.085 metros), en Gales :
                  "(...) tomábamos un desayuno abundante al aire libre, con una barrica de cerveza antes de dirigirnos a la montaña cerca del mediodía. Snowdon es una montaña perfecta para los alpinistas: sus rocas son sólidas y nada resbaladizas.”
"We used to take a leisurely breakfast and lie in the sun with a tankard of beer before starting (...)  Snowdon is a perfect mountain for climbers, its rock being sound and not slippery."

Y continúa relatando en "Adiós a todo eso", sus memorias (editadas prácticamente año tras año, desde su aparición en 1929):
“Acababa de llegar a Harlech, después de terminar mis estudios en Charterhouse, cuando Inglaterra le declaró la guerra a Alemania. Un día o dos después decidí alistarme [Reales Fusileros Galeses]. En primer lugar, aunque los periódicos predecían una guerra de muy corta duración (...), yo esperaba que durara lo suficiente para demorar mi ingreso en Oxford en octubre, que me parecía algo temible. No había considerado la posibilidad de que me enviasen al campo de batalla, sino que esperaba incorporarme a una división que permaneciera en el país en tanto que las fuerzas regulares eran enviadas al extranjero. En segundo lugar, me sentía ultrajado al leer la cínica violación de la soberanía de Bélgica, realizada por los alemanes. Aunque pensaba que el veinte por ciento de los relatos sobre aquellas atrocidades eran una exageración debida  a la situación bélica, aquello no era, por supuesto, suficiente.”

 "Fairies and Fusiliers" es uno de sus poemarios, publicado en 1917. Está dedicado a The Royal Welch Fusiliers, y hay dos agradecimientos: al editor de "Nation", y a Harold Monro, poeta y propietario de "The Poetry Book Shop" (estuvo en Boswell Street, como se llama ahora la calle), por la que Wilfred Owen gustaba ir durante su estancia en Londres, hasta el punto que alquiló finalmente una habitación encima de la librería (si no recuerdo mal). Harold Monro, personaje aparentemente discreto en esta historia, merece muchas entradas en cualquier blog que se precie similar a éste.

Os dejo en manos de parte de uno de los poemas de "Fairies and Fusiliers", que he encontrado traducido por Antonio Rivero Taravillo en "Robert Graves, poemas" (Pre-Textos, 2005). Veréis mucho de lo que él vio en esos dos años de guerra.

LEGION (en el original: "An Old Twenty-third Man")
"¿Es la Vigesimotercera, Estrabón, amigo,
ésta que abajo marcha al tiempo que bebemos?"
De la triste magia de su fragante copa
se alzó el viejo centurión rojo de vino.
Maldijo y dio un golpe en la mesa: "No", repuso,
"¡ésa no! La Legión Vigesimotercera ha muerto, 
ha muerto en el primer año de esta puta campaña,
la legión ha muerto, ha muerto y ya no se levantará.

(...)que sobrevivimos para ver lo que ha sido de la Legión,
indignos de las armas, sucios, gachos sobre el botín,
refunfuñones, enfermos, torpes ya para clavar o lanzar.
Oh mejilla bronceada, hombro musculoso, firme muslo,
¿qué se hicieron? ¿Dios! Mira con qué desorden va 
esa hosca panda de puercos andrajosos!
¿Es ésta la Legión, Graco? ¡Pronto, vino!".
(...)
Todos se esfuerzan, Estrabón; confía en sus corazones
                                                                                         [y manos.
 (...)

"IS that the Three-and-Twentieh, Strabo mine,
Marching below, and we still gulping wine?"    
From de sad magic of his fragrant cup
The red-faced old centurion started up,
Cursed, battered on the table. "No", he said,
"Not that! The Three-and-Twentieth Legion's dead,
Dead in the first year of this damned campaing -
The Legion's dead, dead, and won't rise again
(...)
Who live to see the Legion come to this:
Unsoldierlike, slovenly, bent on loot,
Grumblers, diseased, unskilled to thrust or shoot".
(...)
"They all try, Strabo; trust their hearts and hands"
(...)



Y no olvidéis escribir poemas, aunque sea sin palabras.
Esther.


* George Mallory fue padrino de boda (best man) de Robert Graves.
Durante la Primera Guerra Mundial, estuvo destinado en la Royal Garrison Artillery.
Escalador experimentado, desapareció entre el 8 y el 9 de junio de 1924 en el Everest (Tibet) junto a su compañero de cordada, Andrew Irvine, a más de ocho mil metros de altura, en la cara N.O., continuando hasta la actualidad la controversia sobre si alcanzaron o no la cima.

El 1 de mayo de 1999, una expedición formada expresamente para localizar ambos cuerpos encontró el cadáver de George Mallory en buen estado de conservación, aunque no fue posible transportarlo.

Con respecto a la muerte de este gran amigo y profesor, escribía Robert Graves en "Adiós a todo eso" (1929):. 
"When the war ended, George loved mountains more than ever. His death on Mount Everest came five years later. No one knows whether he and Irvine actually made the last five hundred yards of the ascent, or wheather they turned back, or what happened; but anyone who has climbed with George is convinced that he got to the summit and rejoiced in his accustomed way without leaving himself sufficient reserve of strengh for the descent".

"Cuando acabó la guerra, George amaba las montañas más que nunca. Su muerte en el Everest sobrevino cinco años después. Nadie sabe si él e Irvine recorrieron realmente las últimas quinientas yardas a la cumbre, o si se volvieron, o qué pasó; pero cualquiera que haya escalado con George está convencido de que llegó a la cumbre y se recreó como acostumbraba, sin reservar energías suficientes para el descenso."
Y añade, un poco más adelante, recordando los tiempos de Charterhouse:
"Siempre le llamé por su nombre de pila" ["I always called him by his Christian name"].

sábado, 9 de noviembre de 2013

Poeta de guardia VI: José María Nievas

Fuente fotografía: www.thesecretlarevista.com


    Y atravesar la seda que separa los dos mundos,
    asomarse a un jardín flamenco,
    un sueño irreconciliable de insectos.
    En este desván de sombras que florecen
    cocinó el maestro mi camino.
    De aquí nacen los hilos,
    el fluvial rumor de espantos y rosas
    que luego en cauce sereno convierte su paso.

    Abono para la vida
    son los monstruos devoradores de llantos.
    Dulce pesadilla creadora de luz,
    ácida miel que abrasa.

© José María Nievas. "Castillo de sueños".



"Amo para poder seguir
sigo para avanzar
avanzo para crear la huella
creo para sentir
siento para poder amar
amo para poder seguir".






“Castillo de sueños” es un viaje de búsqueda existencial, una senda que avanza a través de la mente explorando aquellos rincones que a menudo nos parecen incomprensibles (…)
Está escrito de una manera casi automática (…) Es por eso que tiene matices un tanto oníricos o surrealistas, de ahí el título “Castillo de sueños”.
 El viaje muestra primero una etapa [La celda] de reclusión en la que las ideas luchan por hacerse oír, por liberarse (…) Una segunda fase [La huida] simboliza el echar a andar, el moverse por fin (…) buscando respuestas(…)
“Dédalo” [la 3ª parte] es la llegada al subconsciente, al origen de todos los miedos (…) también de las raíces de todo nuestro mundo creativo.
La última etapa del viaje se llama “El camino de retorno”.

Esta parte es una especie de vuelta a casa pero no de vuelta a la celda” (febrero, 2013)

lunes, 4 de noviembre de 2013

Conmemorando el aniversario de la muerte de Wilfred Owen.

"I hope you are as warm as I am; as serene in your room as I am here; and that you think of me never in bed as resignedly as I think of you always in bed. Of this I am certain you could not be visited by a band of friends half so fine as surround me here. Ever Wilfred x".
(Wilfred Owen's final letter to his mother)
"Espero que estés tan calentita como lo estoy yo; tan tranquila en tu habitación como yo aquí; y que nunca pienses en mí en la cama tan resignadamente como pienso en tí siempre. De lo que estoy seguro es que no te puede visitar una banda de amigos la mitad de buenos que los que me rodean aquí. Siempre, Wilfred [traducción propia; el aspa ("x") simboliza "besos"]. Ultima carta de Wilfred Owen a su madre, Susan.
Fuente de la fotografía: http://qube-oca.org.uk

Mientras amanece este día, se van cumpliendo los 96 años del fallecimiento de Wilfred Owen. 
Dos soldados supervivientes del pelotón de Wilfred visitarán a su madre, Susan, después de su muerte. Lejos parece esta última carta que el poeta escribió en el atardecer del 31 de octubre, en la llamada "smoky cellar" de la Forester's House, Pommereuil, no lejos de Ors.
Cuentan cómo les animaba, con expresiones como "Well done" y "You are doing well, my boy". 
Escribe Susan a Siegfrid Sassoon: "I know his "boys" loved him". 
Peter Owen en la "smoky cellar" de la Forester's House, Pommereuil. Fuente: The Wilfred Owen Association

Aunque las circunstancias de su fallecimiento no son totalmente claras, todo apunta a que fue alcanzado mortalmente mientras se encontraba sobre una balsa, atravesando el canal Sambre-Oise, con hombres y tablas.
El 8 de noviembre, Owen y otros fallecidos son enterrados en el cementerio del pueblo de Ors. 
Al finalizar la guerra, la War Graves Commission reemplazó las cruces de madera de las tumbas por lápidas, ofreciendo la posibilidad de grabar un epitafio. Lo narra así Peter Owen, sobrino de Wilfred Owen y Presidente de la Wilfred Owen Association:
"The families of the soldiers could also, for a cost per letter, have a personal inscription.  Susan Owen chose words from his poem "The End": 
“Shall Life renew these bodies? Of a truth
All death will he annul”.   [suprimido: all tears assuage?]
Susan, with her strong Christian belief, changed the sense of his poem by leaving the question mark out and omitting part of the line.
[Las familias de los soldados podía también, por un coste por letra, tener una inscripción personal. Susan Owen eligió las palabras de su poema "El final":
"¿Renovará estos cuerpos la vida? A una verdad
la borrará la muerte,[sofocará sus lágrimas?]
Susan, con su sólida fe cristina, cambió el sentido del poema, suprimiendo el signo de  interrogación y omitiendo parte del verso](Traducción propia; del poema, Gabriel Insausti).
Fuente fotografía: www.webmatters.net

El mejor homenaje y modo de recordar a los poetas es leer sus poemas y difundirlos.

sábado, 2 de noviembre de 2013

"The Dead-Beat" (W. Owen): apuntar a un soldado


"The surviver"(1944). George Grosz. En 1913 había entrado en contacto en París con el cubismo y otras vanguardias. Al iniciarse la guerra, se alista en la Infantería alemana, hasta que en 1917, al parecer por "shell-shock" (denominado actualmente trastorno por estrés postraumático), deja de ser apto para el servicio. Muy activo política y artísticamente, formó parte del Dadaísmo. En 1933, con la llegada al poder del régimen nazi, que ya había calificado su obra de "arte degenerado", emigra a EE.UU. Regresó a su país en 1958, falleciendo en Berlín en julio del año siguiente.

THE DEAD BEAT* / EL GOLPE MORTAL
Apático más que cansado, cayó en tierra.
Quedó tendido, inerte como un pez
y a nuestros puntapiés ya no se alzaba.
Somnoliento, no respondió ante mi pistola. 
Parecía ignorar que estábamos en guerra
y no ver la trinchera que sus ojos miraban.
"Les voy a dar -gemía-. Si me amputan la mano,
me los cargo, lo juro".

                           Alguien decía:
"Tal vez, ya sin valor, se cree en Inglaterra,
sueña con los valientes que no han muerto;
sus tíos le sonríen displicentes
y acaso su mujer está contenta
en la casa, que ha reformado entera.
No es por los hunos ni los fiambres que está loco".

Le dejamos a un lado del camino,
intacto. Un tipo duro, hasta ese día.
¿Fingió? Los camilleros: "No, ni pizca".

Por la mañana, el médico reía ebrio de whisky:
"El tipo que enviasteis anoche murió. ¡Hurra!".


(*) Deadbeat puede traducirse también como vago, holgazán, caradura, jeta, flojo, impresentable, informal.


Las guerras no son sólo disparos y muertos, tácticas y mapas, avances y  vilezas.
Son también las rutinas diarias, los sucesos que se repiten hasta no tener valor y que no aparecen en la prensa.
Aunque sí en los versos de los poetas.
Es este el caso del poema de Wilfried Owen que leemos hoy.
Desde el principio, no logramos saber qué es lo que ocurre: El soldado cae, “somnoliento”. Nada indica que esté físicamente herido, ni tan siquiera que se haya autoinflingido una herida lo suficientemente grave como para ser enviado “a casa”, a pesar de que expresa su temor a perder una mano.
Con naturalidad, tenemos que asistir con Owen a los puntapiés al hombre caído*, y a la escalofriante escena de su propio oficial, que le encañona con la pistola.
Pero él no se levanta. No está ahí, con ellos. Ni siquiera ve la trinchera, elemento crucial para seguir vivo, por lo que pueda ocurrir: el avance de los contrarios, los francotiradores.

Owen actúa como un cameraman, escena a escena, a saltos, como si quisiera que no entendiéramos nada; deteniéndose para enfocar al oficial con su pistola, los puntapiés de los camaradas; graba sus comentarios, las palabras del soldado, a los camilleros que evacuan al herido, insensibles. Casi les vemos y oímos trotar mientras se llevan al “herido”.
¿Qué pasa?
Pasa que muere al día siguiente. Así lo certifica el doctor que, desbordado, lidia sinsentido con la interminable estela que por fuerza acaba en sus manos.
¿De qué ha muerto? Ni idea. Owen sigue jugando a que no sepamos; sólo querría que fuésemos conscientes de “nuestro mundo”, tan ajeno al suyo, al de los combatientes: ninguna de las voces del poema –incluida la narrativa, que tan bien nos dirige y nos ignora- se sorprende de esta muerte. Y, además, da igual. Porque todo da igual.
La vida y la muerte se mezclan, son ya indiferentes.
Ese es el poema.

La guerra fue también juicios sumarísimos, en los que combatientes en estado de shell-shock, que no podían sujetar un lápiz entre los dedos, fueron ejecutados por cobardía.
Casi 100 años después, apelaciones de familiares incluidas, algunos de los gobiernos europeos rehabilitan los nombres de estos soldados y reconocen la injusticia.