lunes, 2 de septiembre de 2019

Ruth M. Anderson. Asturias, 1925.

Barrio de San Lucas [construido en 1875]
Villaviciosa, 20-24 de abril, 1925

Volviendo del molino transportando un fuelle lleno de harina
Cangas de Tineo [actualmente, "del Narcea"], 2-7 de mayo, 1925


Mujeres vendiendo mantequilla envuelta en hojas de repollo
(detalle) Tineo, 7 de mayo, 1925

Feria. Vendiendo madreñas (detalle)
Cangas del Narcea, 2-7 de mayo, 1925


Filipinas vendiendo alfrombras de Castilla
Avilés, 5-7 de marzo, 1925


Casa de pescador. 
Cudillero, 8-10 de marzo, 1925


Chicos vestidos de Carnaval
Oviedo, 24 de febrero, 1925


Fiesta de Santa Marina. Mujer fotógrafa (detalle).
Parres, Llanes, 18 de julio, 1925



En 1922, Ruth Matilda Anderson (1893-1983) era ya conservadora de fotografía de The Hispanic Society of America, museo y centro de investigación de la cultura española, hispanoamericana, portuguesa y filipina, creada en 1904 en Nueva York (Estados Unidos).
Esta institución recibió el Premio “Princesa de Asturias” de Cooperación Internacional en 2017.

Por encargo de la HSA, viajaría a Asturias en 1925, en compañía de su padre, en su segundo viaje a España.

En la carta de fecha 23 de marzo,  que dirigió a la Dirección General de Bellas Artes de Madrid “para conseguir el permiso necesario para realizar su trabajo” (Noemí Espinosa Fernández, introducción de “Hallazgo de lo ignorado”), se presentaba así:
“Mi padre, Mr. Alfred T. Anderson y yo, Miss Ruth Matilda Anderson, somos vecinos de Kearney, Nebraska, los Estados Unidos de América. Hemos venido a España para que yo pueda comprar y hacer, para estudiar y publicar en los Estados Unidos de América, fotografías de los elementos distintivos de la vida y del arte españoles (....), los elementos únicos y variados con que España ha contribuido a la civilización y la cultura del mundo”.

Durante su estancia en Oviedo se alojó en el Nuevo Hotel París y, por el detallado itinerario que se conserva, se sabe que visitó Santa Cristina de Lena.

En su introducción, Noemí Espinosa destaca la generosidad y colaboración de la población, funcionarios y autoridades, facilitando el trabajo de la fotógrafa y su padre, también fotógrafo de profesión y su primer maestro.


En cierto modo, supuso una especie de aventura no sólo para ambos fotógrafos, sino para los habitantes de los lugares que visitaban. Sirve de ejemplo el comentario que el señor Anderson escribe a su esposa cuando estaban en Luarca, apenas una semana después de su llegada, en febrero de 1925:
“Casi llegando al hotel vimos a un grupo de mujeres con sus cántaros de leche […] Estaba oscureciendo pero montamos la cámara y puse una buena carga de polvo en el flash. Cuando ya estábamos preparados para tomar la foto, había una gran multitud congregada, pero en el grupo había dos o tres policías que nos ayudaron a mantener el orden. Tendrías que haber oído a la gente exclamar cuando se disparó el flash.”

Y prosigue Naomí Espinosa:
“Para realizar estas fotografías, Anderson se aprovechó de varias fuentes de información. En primer lugar consultó publicaciones no solo en la biblioteca de la Hispanic Society sino también en el extranjero. Su padre habla de la cantidad de libros que compró en España. También cuenta que durante los meses de febrero y marzo de 1925 Anderson pasó muchas tardes en la biblioteca pública de Oviedo concentrada en el estudio de los libros de Aurelio de Llano y de otros autores de los que aprendió buena parte de la historia local. Para comprender el espíritu de la región […] leyó los trabajos de Azorín y Leopoldo Alas (Clarín).”

Santa Cristina de Lena
Fotografía: Angel M. Felicísimo

Precisamente con Aurelio de Llano, delegado regional de Bellas Artes, visita el 5 de febrero la iglesia prerrománica de Santa Cristina:
“Mientras Anderson fotografiaba los alrededores, pudo escuchar la conversación que mantenía De Llano con la anciana encargada de la ermita en la que hablaban sobre las hadas, las “xanas”, que según la anciana vivían en un río cercano.”

La correspondencia con su madre -e igualmente las cartas del señor Anderson- es detallada y entrañable.

Una de ellas concluye así:
“He restregado esta carta con eucaliptus, ¿lo hueles?”.


FUENTES:

“Hallazgo de lo ignorado. Fotografías de Asturias de Ruth M. Anderson para The Hispanic Society of America 1925.” (2018).

Wikipedia:

Artículo de M. F. Antuña en El Comercio, de fecha 19-07-2018:



NOTA.

Curiosamente, Ruth Mathilda Anderson nació un 8 de septiembre, festividad oficial del Principado de Asturias en el que se celebran diversas advocaciones de la Virgen María como la de Covadonga o la Virgen del Acebo, culto probablemente milenario y de gran devoción en el área de su santuario (Cangas del Narcea).

Anderson debía conocer esta coincidencia, puesto que entre los muchos fotógrafos que conoció en Asturias se encontraba José González Merás (1873-1956), sacerdote, que residía en el santuario de Covadonga, y al que le encargaría “una serie sobre los festejos en honor a la Virgen de Covadonga del 8 de septiembre.”
  
Ruth M. Anderson en Salas, mayo de 1925

lunes, 22 de julio de 2019

Poeta de guardia XXXVII. Thomas Ernest Hulme.





A touch of cold in the Autumn night
I walked abroad,
And I saw the ruddy moon lean over a hedge
Like a red-faced farmer.

I did not stop to speak, but nodded;
And round about were the wistful stars
With white faces like town children.



Un poco de frío en la noche de Otoño.
Caminando a la intemperie
vi a la rojiza luna inclinándose sobre un seto
como un granjero de cara rubicuanda.

No me detuve a hablar, pero asentí;
y por todo en derredor había estrellas melancólicas
con caras blancas, como niños de ciudad.

Traducción de Enrique Gutiérrez Miranda




Considerado más crítico y ensayista trascendente que poeta, su interés por la Filosofía le llevó a traducir obras de Henri Bergson (a quien conoció personalmente en París) y las Reflections on Violence, de Georges Sorel, durante el segundo año de la Gran Guerra (1915). Bergson, especialmente, le llevaría a la idea de “imagen” y la elaboración teórica del Imagismo.

Otras de sus influencias destacadas fueron el historiador de Arte alemán Wilheim Worringer (“Abstracción y Empatía”, 1908); y Remy de Gourmont, en lo que se refiere a “sus estudios de sensibilidad y estilo”, según apunta el editor en inglés de Wikipedia.

Tras su paso -digamos “agitado”- por la Universidad de Cambridge, viajó durante varios meses por Canadá, trabajando en el ferrocarril y en serrerías, hasta recalar en Bruselas, donde centró sus estudios y continuó trabajando; desde 1909 escribiría artículos para The New Age, hasta su fallecimiento durante la Primera Guerra Mundial.

Aunque su producción poética es escasa –alrededor de veinticinco poemas-, creador infatigable de tertulias y grupos de debate, fue secretario del Poets’ Club, donde conocería a Ezra Pound y F. S. Flint.

Su poema “Autumn” es considerado uno de los primeros poemas “imagistas”.

Señala Anxo Pastor, en su artículo en la revista “Frontera D”, que para T. E. Hulme “la comunicación real entre los seres humanos se produce solamente mediante imágenes. Creía que “El pensamiento es anterior al lenguaje y consiste en la presentación simultánea a la mente de dos imágenes diferentes”.

Thomas Ernest Hulme (1883-1917), en 1912.

El arte “moderno” “ya no se ocupa de las acciones heróicas sino que se ha vuelto, al fin, definitivamente instrospectivo y se ocupa de la expresión y de la comunicación de fases momentáneas de la mente del poeta.”

Alistado voluntario en artillería en los últimos meses de 1914, el primer año de la Primera Guerra Mundial, a los pocos días de su trigesimo cuarto cumpleaños (1917) le alcanzaría de lleno un proyectil cerca de Nieuwpoort, Flandes (Bélgica).
Está enterrado en el Cementerio Militar de Koksijde, West-Vaanderen.

Queda pendiente de recorrer el fascinante itinerario de estos autores y autoras, entusiastas y creativos, en continuo movimiento y búsqueda, de las primeras décadas del siglo XX.


FUENTES:

“Breve antología de poetas imaginistas”. Anxo Pastor. Traducción de Christian T. Arjona y Natalia Fernández:

Fotografía de cabecera:
Krista Lundgren. Redmond, US Wildlife Service (dominio público).


lunes, 18 de febrero de 2019

En recuerdo de Margarita Moreno. Presente en el día que no se acaba.



Durmiendo entre hojas caídas de otoño,
la tierra se hincha hasta tocar el cielo
¿Quién dejó que el otoño se desvaneciera en la distancia?
¿Cuál es esa canción que emerge del mar?
¿Quién pintó nubes grises en el lienzo del espacio?
Basta la caída de una hoja dorada para alterarme el corazón.
Mientras sostengo en mi mano las estaciones de la creación
y me hago amigo de la tierra y del cielo
la vida duerme profundamente bajo mis pies.
Cuerpo atado con firmeza bajo la ancestral tierra.

De mil direcciones llega un viento de cielo y mar
que empuja a lo alto y lejos las alas de un ave solitaria.
Regreso, en armonía con el vacío.


Autor: Tru Vu, poeta vietnamita.
Fuente: "En el ahora. Meditaciones sobre el tiempo." Thich Nhat Hanh.