sábado, 11 de julio de 2015

Las "verdes caracolas del espanto" de Carmen Conde

Fosa común exhumada en Potočari en 2007 (d)

I
Mientras los hombres mueren os digo yo, la que canta desoladas provincias del Duelo, que se me rompen sollozos y angustias contra barcos de ébano furibundo; y la fruta par de mis labios quema de suspiros porque los cielos se han dejado hincar imprecaciones sombrías (...)
¡Cállense todos los que no se sientan doblar de agonía hoy (...) esta mujer os dice que la muerte está en no ver, ni oír, ni saber, ni morir!


The Ypres (Menin Gate) Memorial. West-Vlaanderen, Bélgica (b)

XXVIII
Costado a costado, boca a boca, cuerpo a cuerpo, el Tiempo y yo esta noche nupcial de inauguración del Invierno.
Guerra. Me aprieta la sangre sus collares de venas. Guerra. Suben por mi cuerpo los pasos que dejé de andar voluntariamente. Guerra. Aprieto mis manos contra mis piernas tensas, duras y morenas. Guerra. ¡Guerra con barro, sangre, plumas de ángeles y de palomas, mantos de Mediterráneo y aleluyas de cielos dispares!
Mano a mano, nosotros, Tiempo amante, llevamos la órbita de la Guerra.

Fotografía de Robert Capa. Bilbao, mayo 1937. Colección Museo Reina Sofía
Donación Cornell Capa, 1998 (a)

A LOS NIÑOS MUERTOS POR LA GUERRA
I
¡No los deshojéis, cañones; no los tricéis, ametralladoras, bombas grandísimas que caéis del cielo hondo y que parecéis dones de las nubes anchas, no rompáis los cuerpecitos de los niños! (...)
No. El enemigo no parece padre, y acaso es huérfano también. Por eso lo niños se quiebran en tajos humeantes, y hay por los jardines cabelleras de musgos, rodillas con seda rasgada; suelto todo entre los árboles quebrados, con duelo sostenido de gritos que ayer eran cometas y hoy son pobres encías partidas que ya no gustarán mazorcas ni pezones frescos de madres enamoradas...

"The killing tree". Choeung Ek, Camboya (c)

II
Las verdes caracolas del espanto, y los atronadores murmullos del terror, y el viscoso largo-azul dedo del miedo... ¡Corred, niños, corred por los caminos limpios de pólvora, sin cerebros machacados todavía, hacia las aguas tranquilas, serenas, del silencio y de la vida!
¡Corred, chiquillos a los que buscan las púas de las ametralladoras! ¡Dejad atrás a los hombres, desoíd a las mujeres, no escuchéis otra voz que la del viento, la de las bestias sanas y vitales; la voz de la continuidad cósmica, desbaratándose a vuestras espaldas, pero en sí permanente más allá del morir!

Carmen Conde. "Mientras los hombres mueren" (1938-1939).
“Antología de poetisas del 27”. Edición, introducción y notas de Emilio Miró. Editorial Castalia, 1999.


NOTAS.
(a) Florencio Martínez Aguinagalde, profesor de la Facultad de C. Sociales y de la Información de la UPV, situaba en una carta a "El País" [21/12/1997] el lugar en que Robert Capa tomó esta fotografía: "Se trata del paseo del Arenal; el toldo que aparece sobre las cabezas de los viandantes es del antiguo café Boulevard, cerrado durante años y reabierto hace unos diez con el mismo nombre, y el edificio del fondo, tras el rótulo "Seisdedos", es el hostal Arana, en el que se hospedaron la mayoría de los corresponsales de guerra -seguramente también Capa- que cubrieron la batalla de Bilbao."
Miran hacia el cielo. Los bombardeos.

(b) Cada soldado muerto o desaparecido es un nombre, o cada nombre un soldado muerto o desaparecido.
Todos los que hemos leído sobre la WWI, aunque sólo sea poesía, sabemos que “Ypres” o “el Saliente de Ypres”, las sucesivas batallas en el área de esta población, significa destrucción y miles y miles de muertos y desaparecidos; una de las grandes carnicerías de la Gran Guerra.
En los paneles del monumento están inscritos más de 54.000 nombres.
(c) Sí, has leído bien el letrero. 
Cogían a los niños por los pies y los golpeaban contra el tronco del árbol hasta matarlos. 

(d) Durante la Guerra de Bosnia (1992-1995), el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó una resolución que declaraba Srebrenica “área segura, libre de ataques y otras acciones hostiles”, con presencia de “cascos azules” holandeses con base en Potočari para su protección.
El 11 de julio de 1995, el Ejército serbio tomó la ciudad, atestada de refugiados y sin agua potable, iniciándose en los días posteriores ejecuciones masivas de bosnios musulmanes (alrededor de 8.000) y la expulsión de miles de personas.
Informe del Relator Especial de la Comisión de Derechos Humanos (agosto 1995)

Han sido halladas 93 fosas comunes con más de 6.500 personas sin identificar.

En 2002, como consecuencia de un informe sobre los asesinatos realizado por el Instituto de Documentación para la Guerra (NIOD), cuya elaboración llevó casi seis años, el Gobierno holandés en pleno dimitió.

En 2003, el presidente Clinton inauguró el Center for the Srebrenica-Potocari Memorial and Cemetery for the Victims.
Desde entonces, cada 11 de julio son enterradas en Potočari las víctimas identificadas. Este año son 136.
El Tribunal de La Haya procesa actualmente a 14 responsables de los asesinatos.

jueves, 2 de julio de 2015

Poeta con niño

Gabriela Mistral con su hijo Juan Miguel, Yin Yin
Primera mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel de Literatura (1945). Su seudónimo literario es un homenaje a dos de sus poetas favoritos, Gabriele D'Anunzio y Frédéric Mistral.

Hay besos que pronuncian por sí solos 
la sentencia de amor condenatoria, 
hay besos que se dan con la mirada 
hay besos que se dan con la memoria. 

Hay besos silenciosos, besos nobles 
hay besos enigmáticos, sinceros 
hay besos que se dan sólo las almas 
hay besos por prohibidos, verdaderos. 

Hay besos que calcinan y que hieren, 
hay besos que arrebatan los sentidos, 
hay besos misteriosos que han dejado 
mil sueños errantes y perdidos. 


Luis Cernuda, con Rosa Chacel y su hijo Carlos


Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala (...)





Vyvyan, el hijo pequeño de Oscar Wilde, sobrevivió a la Primera Guerra Mundial; no así Cyril, el mayor, que murió en 1915 al ser alcanzado por un francotirador alemán. Vyvyan recordaba a su padre como un hombre cariñoso y buen compañero de juegos, que se hacía pasar por un león, un lobo, un caballo...


Me habría sentado en el círculo de mármol donde
          el más viejo bardo es como el más joven,
y la flauta siempre produce su miel, y cuerdas
          de lira están siempre prestas.

Hubiera Keats sacado sus rizos himeneos
          del vino con adormidera,
habría besado mi frente con boca de ambrosía,
          tomado la mano del noble amor en la mía.

Y en primavera, cuando flor de manzano
          acaricia un pecho bruñido de paloma,
dos jóvenes amantes yaciendo en la huerta
          habrían leído nuestra historia de amor.
(...)
He elegido, he vivido mis poemas y, aunque
          la juventud se fuera en días perdidos,
hallé mejor la corona de mirto del amante
          que la de laurel del poeta.


Oscar Wilde. "Flores de Amor". 

Versión de E. Caracciolo Trejo
Edición de Libros Río Nuevo 2001.






Rosalía de Castro con su marido, Manuel Murguía, y sus hijos (Alejandra, Aura, Gala, Ovidio y Amara)


No lejos, en soto profundo de robles,
en donde el silencio sus alas extiende,
y da abrigo a los genios propicios,
a nuestras viviendas y asilos campestres,
siempre allí, cuando evoco mis sombras,
o las llamo, respóndenme y vienen.






Wilfred Owen con Arthur Newboult en Leith, Edimburgo (julio, 1917)

La familia Newboult era amiga de Susan, la madre de Wilfred. El poeta se alojó en la casa de esta familia con motivo de algunos encuentros con su madre o durante sus permisos. Con el pequeño Arthur, de siete años, llegó a trabar muy buena amistad, pasando mucho tiempo juntos. También le dedicó poemas, como "Winter song".

No es tan intenso el rojo de unos labios
como el de aquellas piedras que besan nuestros
    muertos.
(...)
como retiembla un cuerpo apuñalado
que cae allí donde parece
que a Dios ya no le importa,
(...)
Corazón, corazón, no has sido nunca
grande como el que recibe un disparo.
Y, aunque tu mano sea pálida,
lo son aún más aquellos que secundan
tu carrera a través de llamas y alaridos.
Puedes llorar, pues no puedes tocarlos.

"Amor mayor". Traducción de Gabriel Insausti.
"Wilfred Owen. Poemas de guerra". Acantilado.


Fuente:
Página web http://amediavoz.com/
(salvo poema de Wilfred Owen).



"Nocturno" Op. 9, No. 2  Andante, interpretado por Maurizio Pollini.