sábado, 26 de octubre de 2013

Poeta de guardia V: Esther González




Lignario y vegetal,
oscuro como un bosque
              a oscuras;
no hablo del deseo.

Hablo de estrangular la noche,
de que el cuerpo olvide;
eso es,
borrar la memoria del cuerpo
que tanto o tan poco dura.

Hablo   –no tanto de olvidar–
como de recorrer los bosques insalvables
que crecen para construirte fortaleza
                                     de paredes sin piel.

No sea que vaciles,
no sea que no me desengañe.

A oscuras, como en un bosque oscuro,
      no hablo del deseo.

Después del deseo   -o en él-
está el cuerpo que recuerda,
       las paredes que defienden
para siempre, en el olvido,
       lo que no se dió.


© Esther González. "A nuestros propios cuerpos". (2004)
Bosque en Alsacia, Este de Francia. Fotografía de Jover Cormac.

martes, 22 de octubre de 2013

Exposición "Escuela de Vallecas"



Alberto Sánchez, Benjamín Palencia, Pancho Lasso, Maruja Mallo. Originales de los yacimientos arqueológicos de Vallecas. Piezas aportadas por el Museo Reina Sofía, la Biblioteca Nacional, el Centro de Arte Dos de Mayo, Museo de San Isidro, Museo de Arte Contemporáneo y colecciones particulares.
En el Centro Cultural Lope de Vega, calle Concejo de Teverga, 1 (Madrid).
Hasta el 24 de noviembre.

Fuente: http://vallecasweb.com/ocio-y-cultura/item/00099767
http://coloresypuntos.blogspot.com.es/


http://oijvillavallecas.blogspot.com.es/2013/10/exposicion-escuela-de-vallecas.html
http://www.eldistrito.es/frontend/eldistrito/noticia.php?id_noticia=23222&id_seccion=230

viernes, 18 de octubre de 2013

En memoria de Quintín Racionero

Filósofo, catedrático, inolvidable profesor y tutor.
A un año de su triste fallecimiento, su recuerdo con este fragmento de Parménides.


"Y la diosa me recibió con benevolencia, tomó mi mano derecha entre las suyas y se dirigió a mí con estas palabras: "Joven, que vienes a mi morada acompañado por inmortales aurigas, con las yeguas que te traen, te doy la bienvenida. No es ningún hado funesto el que te ha impulsado a viajar por este camino -tan apartado, en verdad, del sendero de los hombres-, sino el Derecho y la Justicia. Te es conveniente conocer todas las cosas, tanto el corazón imperturbable de la verdad perfectamente redonda, como las opiniones de los mortales, en las que no hay fe verdadera. Pero deberás aprender también estas cosas, es decir, lo que parece que tuviera que existir con seguridad, que, realmente, es todo."

martes, 15 de octubre de 2013

Poeta de guardia IV: Nuria Ruiz de Viñaspre


Fuente imagen: rasca-cielos.blogspot.com.es - Cartel para la perfomance "Tablas de Carnicero", de Félix Fradejas


Hay una res muerta extenuada en el aire
con las patas como fusiles
disparando balas al cielo de su establo

          qué quieto estoy 
          soy ese animal muerto
          en el asfalto frío de una mesa de carnicero

en el último suspiro fue lanzada
desde el tejado de aquel alto edificio
estrellando sus huesos contra
unos granos de arena
-qué quieta y pesada está esta vaca muerta
con esa extraña sonrisa dibujada en su rostro
como diciendo
         soy el ejemplo del mundo
         en el deshielo de este prostíbulo

¡qué extravagante oración de cenizas!
¡qué negligentes nosotros 
llevando tanta arcilla en los ojos!
¡cuánto estiércol y cuanto escombro 
en este carnaval de vacas gordas!


"Tablas de carnicero". Luces de gálibo, 2010.

Extracto de "Tablas de carnicero", en el blog de la autora:
http://issuu.com/nruizvinaspre/docs/tablas_de_carnicero_issu_sin


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La primera vez que leí "Tablas de carnicero", de Nuria Ruiz de Viñaspre, fue en el taller de Eva Chinchilla, en el Centro de Poesía José Hierro (Getafe), en diciembre de 2012.
Inmediatamente recordé el poema de Wilfred Owen, "Anthem for Doomed Youth", y la palabra cattle, "ganado", que ya comentamos en una de las últimas entradas.
Nuria Ruiz de Viñaspre crea una mecánica, un mecano que elude el lucimiento, la imagen huidiza, luminosa; utiliza para ello varios grupos de vocabulario, uno casi bélico:
balas
fusiles
muerto
carnicero
cirujano
herida
acribillar

La consigna es evitar -igual que Owen en su poema- que abandonemos la incomodidad.
Leer este poemario es constatar una gran implicación de la poeta, un esfuerzo continuo y desmedido por centrarnos/descentrarnos: el lenguaje es directo, mantiene ese esfuerzo uncido al tema; sin concesiones, hasta el extremo.
El efecto es contundente, casi demoledor. Sin límites, sin miramientos. 
No puede ser de otra manera.

sábado, 12 de octubre de 2013

Entrevista a Anne Perry

La escritora británica Anne Perry abrió en León  el II Congreso Internacional de Ficción Criminal. Anne Perry (seudónimo de Juliet Marion Hulme, Londres, 1938) publicó su primera novela, El verdugo de la calle Cater, con 41 años. Hasta entonces había trabajado como dependienta, camarera, secretaria, recepcionista de hospital, azafata de vuelo… hasta pasó varios años en prisión.
–Al ver su biografía surge la eterna duda sobre la dialéctica entre el escritor y su obra: ¿antes de escribir hay que tener profundas vivencias?
–Sí. Importa menos cómo lo cuentes, lo principal es lo que digas. Si alguien no tiene nada que contar, es mejor que permanezca callado. Saber escribir permite narrar de forma más bonita, por decirlo de alguna manera, pero lo importante es tener algo que decir.
Contesta sin inmutarse, manteniendo esa flema inglesa que envuelve un aura de gran dama culta y sofisticada de la literatura policial. A partir de la obra citada su producción literaria ha sido imparable, con más de medio centenar de novelas. Su contrato editorial le marca la obligación de escribir dos novelas anuales de sus investigadores más famosos, Tomas Pitt y William Monk, aunque ella asegura que “en realidad es una decisión mía, no es ninguna imposición. Es el ritmo de escritura que a mí me gusta”. Ambos detectives se mueven por
las calles de la Inglaterra victoriana, que Anne dibuja con gran maestría.  “Es un pasado sofisticado y muy cercano a nosotros. En esa época, Inglaterra era el centro del mundo, en el que vivían todo tipo de gentes, lo que me permite un espectro más amplio de personajes y un trasfondo adecuado a mis tramas. Además, se carecía de tecnología, apenas se distinguía la sangre humana de la animal y en la investigación criminal se comenzaba a tomar las huellas digitales. Todo dependía del observador, de su capacidad de deducción. Era más importante el factor humano, por eso me sedujo esa etapa como escenario de mis novelas”.

Otro de los espacios preferidos por Anne Perry es la I Guerra Mundial, en la que ambienta la saga de los Reavly,  y sobre la que en España se han publicado cinco novelas: Las tumbas del mañana, El peso del cielo, Ángeles en las tinieblas, Las trincheras del odio y No dormiremos.
La Gran Guerra fue la crisis más grande de la humanidad, se estuvo más cerca del infierno que de la tierra. Es el final de la Historia y el comienzo de la Edad Moderna. Un momento que exigía una gran capacidad de fe y espiritualidad para afrontarlo. Hago un ejercicio mental en mis novelas, cuando a alguno de mis personajes, ante al abismo, se les presenta el diablo y les pregunta: ‘¿En qué crees? Sólo si me dices la verdad serás libre’. En ese momento crítico aparecen las verdades no esperadas”.
–Sin embargo, usted ha llegado a decir que fue la guerra de los poetas, ¿por qué?
–En las fuerzas militares inglesas se enrolaron grandes poetas, que lucharon y murieron en las trincheras. Isaac Rosenberg, Wilfred Owen, Charles Sorley, Rupert Brooke, por citarle algunos. Les robaron la vida, pero escribieron excelentes poemarios. Se iba a pelear con un dicho: ‘Aunque muera fuera de mi patria; mi tumba, allá donde esté, será tierra inglesa’. Al regreso se impuso aquella otra: ‘Que nadie les cuente la gran mentira: Es dulce y decoroso morir por la patria’.
En su saga sobre la Gran Guerra nunca habla de las unidades militares de primera línea, ni de aquellas que se distinguieron por su heroísmo. Siempre se centra en los zapadores.
–Aquellos que cavaban las trincheras, que caminaban por túneles hasta el enemigo, podían oír los lamentos de los dos bandos. Después de escucharlos tenían que matarlos. ¿Cómo se puede hacer esto?
Ahí se encuentra lo que me llamó la atención. Pero de todas formas no me centro en las batallas, prefiero hablar del ser humano enfrentado a esas situaciones críticas. Al igual que Jesucristo en el Huerto de Getsemaní.
–Los investigadores Tomas Pitt y William Monk le han dado la fama internacional. Algo deben de tener que los diferencia del resto para explicar su enorme éxito.
–En realidad no lo sé. Monk no sólo busca la solución al problema que le presenta la trama, también quiere dar solución a su problema. Pitt no es especial, simplemente es muy decente. Siempre se desenvuelve entre actuar y no actuar, la toma de decisiones, pero siempre responsables. Sigue el presente principio: ‘Siempre ocurre algo malo, cuando un hombre bueno no actúa’. En próximas entregas lo voy a promocionar a puestos de mayor responsabilidad para agudizar esos dilemas, que tenga que ser investigador, juez y ejecutor.
–En su última novela hay un cambio de registro y de escenario. El brillo de la seda está protagonizada por una mujer y se desarrolla en la capital del estrenado imperio bizantino.
–Otro reto. Quería hacer algo diferente. Una novela que se sujetase por sí misma, que no fuera parte de una serie, ni necesitase más novelas para explicarla ni apoyarla. Me interesaba esa gente fiel a una religión y que ha de vivir ante una disyuntiva: dar la vida por su fe o renunciar a ella y aliarse con el enemigo. He llegado a entender que alguien pueda sacrificar su vida por la fe, pero me pregunto: ‘¿qué pasa con tus hijos?’. Otra cuestión que me obsesiona es hasta qué punto es importante pertenecer a una confesión religiosa, para estar cerca de Dios.
–En toda su obra hay como una constante: la mujer abriéndose camino en un mundo de hombres.
–Si usted lo ve, es que estará ahí, pero le aseguro que no es algo consciente. La mujer puede hacer lo mismo que el hombre y ser igual de fuerte, pero no es mi interés centrarme en ello.


–¿Su próximo proyecto?
–Me interesa investigar y escribir sobre el ascenso del fascismo en Europa durante los años treinta, después de la Gran Depresión. Lamentablemente tengo la impresión de que estamos viviendo una época parecida.
[Los resaltados en negrita son míos].


Enlace a la entrevista, escrita por Alejandro M. Gallo, en La Opinión de A Coruña:

lunes, 7 de octubre de 2013

Los poemas de Craiglockhart. II. "Anthem for Doomed Youth"

Volvemos al conocido y emblemático poema de Wilfred Owen, traducido por Gabriel Insausti en "Wilfren Owen, Poemas de guerra" (Acantilado, 2011):

HIMNO POR LOS JOVENES MALDITOS
¿Qué campanas para estos que mueren como ovejas?
     Tan sólo el ruido obsceno de las armas,
     tan sólo el tartamudo retumbar de los rifles
podría hacer callar sus rápidas plegarias.
Nada de vanas pompas, ni campanas, ni rezo,
     ni una voz plañidera sobre los locos coros,
los estridentes coros de gimientes cañones
      o clarines que llaman desde tristes comarcas.

¿Qué velas sostendremos en esta despedida?
     No en manos infantiles, sino en sus propios ojos
brillará ese sagrado fulgor de los adioses.
     Será un pálido rostro su paño mortuorio;
la ternura de espíritu, las flores que lo adornen,
y cada atardecer correrá, lento, un velo.


Una de las dificultades con las que nos encontramos quienes nos acercamos a este grupo de poetas es la falta de traducciones al castellano; con respeto a Owen, aparte del volumen citado, también en 2011 apareció "Tengo una cita con la muerte", una antología bilingüe de ventiún poetas de habla inglesa traducidos por Borja Aguiló y Ben Clark, y publicada por  Ediciones Linteo.
La aparente facilidad de la composición del "Anthem" es engañosa; en la anterior entrada que dedicamos al poema pudimos observar su evolución -por otra parte, rápida- comparando las imágenes de los distintos borradores, y las propuestas de Siegfried Sassoon, a lápiz, en general desestimadas.

Owen va cincelando la materia original, decantándose con firmeza por un vocabulario rabioso pero calculado alejado del gozo de la vida: sólo armas y ritos mortuorios. No hay gloria ni oportunidades para los jóvenes soldados muertos.

En el primer verso: "Qué campanas para estos que mueren como ovejas"; o (en traducción de Aguiló y Clark, más literal):  "Qué toque de difuntos para los que se mueren como reses", queda definida perfectamente la intención del poeta. Es ese cattle que retumba al final del verso el auténtico toque de campana
G. Insausti opta por "ovejas", que parece más acorde con la imagen de los soldados avanzando en medio de un matadero no convencional pero sí real, y añade esta nota a su traducción: "La alusión al “ganado” para referirse a los caídos nos devuelve al lenguaje sacrificial de “La parábola del joven y el anciano” (otro poema de Owen).
"Pferdekadaver" ("Cadáver de un caballo"). Otto Dix, 1924. Fuente: www.ottodix.org
Quizá la imagen del caballo muerto -un animal; un símbolo de la nobleza- nos conmueva aún más que un campo que se aleja en el infinito repleto de restos o cadáveres humanos en posturas imposibles. 
La paz se firmó en 1918. Basta recorrer el catálogo de las obras de Otto Dix, sólo su producción del año 1924, para darse cuenta de que volvía una y otra vez; que, como casi todos los supervivientes, no salía de esa condena: pintaba o dibujaba víctimas del gas, el Somme, los enterrados vivos, casas destruidas, transporte de heridos, su aspecto como soldado... El cadáver de un caballo, destripado. 
Sus ojos seguían viéndolo, ocho años después. Todo.

jueves, 3 de octubre de 2013

Poeta de guardia III: Esther González



Todos los días cruzo un río,
paso sobre tu cuerpo sin nombrarte,
ando con mis pies desnudos
sobre un agua que escurre granito.

Trozos de estrellas, de las lunas del cielo
llenan mis ojos de cristales rotos;
duelen cuando los cierro y los abro
como cataratas.

Piso tu nombre con cuidado,
digo tu nombre sin decirlo
todos los días sin nombrarlo.

© Esther González (2004)

Fuente fotografía: 
http://decorandoagusto.blogspot.com.es/2010/02/ecotips-del-mes-mini-jardines-zen.html