sábado, 11 de agosto de 2018

“Cuerpos lavados por los ríos.”




"(...) mi patria es la poesía
y sobrevivo
para cuerpos desgarrados reptando hacia mi cama
más alucinaciones en el aula de literatura
suicidarme
engancharme a un actor joven y caprichoso
(y guapo)
tirarme con mi amante desde un tercer piso
(y sobrevivir)
  
escribir sobre Dios
escribir poesía
escribir sobre vosotros
escribir, escribir

porque la Poesía es nuestra única tierra
y yo soy, o no, un soldado."



Hoy se cumplen cinco años de la primera publicación de este blog.
También era sábado; trataba sobre un poema de Wilfred Owen y una canción: “Smile, Smile, Smile”.

He esperado a este aniversario para publicar un poemario muy relacionado con el blog: “Cuerpos lavados por los ríos. (Los árboles invisibles)”, un trabajo de mucho tiempo inspirado en la joven generación de la Gran Guerra (1914-1918), aquella que –hoy nos haría sonreír- iba a acabar en la misma Navidad del año que empezó y con todas las guerras.



"La ley de Wilfred del tiempo y el espacio dice
que si un amigo ha muerto
siempre le ves
en el siguiente cadáver."


“Cuerpos lavados por los ríos” comenzó con unos pocos poemas que escribí tras encontrar un listado de poetas que habían combatido en la aquella Primera Guerra Mundial. La media de edad de los muertos rondaba los 20 años.

Jóvenes ciudadanos como nosotros y nosotras, con proyectos y vidas, sin necesidades o sobreviviendo, escribían ya poesía antes de luchar en una guerra que, muriesen o no en ella, destruyó sus vidas.

De ese escenario venimos.

El mundo ha cambiando en estos últimos años (2008-2018) de un modo insospechado para los que éramos treintañeros en los años 90.

Latente, el ayer continúa en un mundo de ahora en apariencia distinto, en el fondo sin nada que envidiarnos; los versos de estos poetas, las cartas o escritos que dejaron, cada vez parecen más destinados a recordarnos lo más esencial de lo que estamos olvidando.

Seguramente Sorley, Owen, Graves o Rosenberg, su lectura, traerán nuevos poemas.

"En la piscina de Siloé
busqué a los resucitados.

Había tantos
que no te vi (...)"

Pero espero, que acaso otro sábado antes de cinco años, pueda publicar aquí otra entrada con el título de un nuevo poemario después de leer a mujeres poetas de ese tiempo.

Porque también vivieron los mismos momentos que sus compañeros, contemplaron y cruzaron el umbral de una nueva época hacia la igualdad de derechos y fijaron lo que tenían dentro en poemas, como yo al escribir los míos.

Esther González.
Fotografía: “Sunbaker”. Max Dupain, 1937.


"Cuerpos lavados por los ríos.
(Los árboles invisibles)."
Amazon, 2018.
https://www.amazon.es/dp/B07GCPHYKY