No es muy conocido que nuestra "poeta de guardia" en esta entrada comenzó en el mundo de la literatura escribiendo poesía.
Fue Jesús Munárriz, como director de la colección, quien le sugirió reunir sus poemas en un volumen. Al principio, Carmen no se veía con obra suficiente, hasta que encontró una libreta de poemas escritos en Salamanca. Desafortunadamente, no pudo incluir aquéllos que había enviado dedicados personalmente.
El libro se estructura en tres partes. La primera, "Poemas de primera juventud", es la más extensa; aparecen en ella "Amor Muerto" y "Espiga sin Granar". Son estos dos poemas, junto a "Mi Ración de Alegría" -en la parte siguiente- los que mejor retratan su forma de ser.
"Domingo por la Tarde", también en "Poemas de primera juventud", y "Todo es un Cuento Roto en Nueva York", que cierra la antología, son poemas urbanos en los que se intuye la ausencia de una presencia; la atmósfera opresiva de "Domingo por la Tarde" recuerda a "Entre visillos".
"Todo es un Cuento Roto en Nueva York" es ya un poema más de metrópoli, que marca una amplitud de horizontes y de evolución, tanto de mentalidad como poética, y que se puede relacionar con el género del cuento ("Caperucita roja en Manhattan").
La lectura de Carmen Martín Gaite en cualquiera de los géneros que cultivó siempre es recomendable.
Su obra merece ser destacada especialmente como una referencia.
TODO ES UN CUENTO ROTO EN NUEVA YORK [fragmentos]
En memoria de William Carlos Williams
Buscadla por Manhattan,
entre las escombreras de chatarra,
los coches de bomberos,
los anuncios, los locos, los cubos de basura,
las vitrinas lujosas y las paredes rotas,
entre los resplandores de gris y de amarillo,
que no la encontraréis,
que se escabullirá
arrojada al montón de manchas movedizas,
jugando al escondite, transformándose,
camuflada en el humo que sube a la calzada
desde las vísceras de la ciudad
por fauces entreabiertas
igual que tapaderas de la olla del infierno.
(...)
Tal vez se ha disfrazado
de esa vieja señora con la gorra calada,
zamarra de piel vuelta
y pantalones dentro de las botas,
capaz, aunque le cueste,
de aguantar las lentillas
con cierta compostura y desafío
por debajo del rimmel pegatoso,
(...)
Buscadla entre la gente que hace cola en el cine,
o al borde de la acera a la caza de un taxi
(...)
Puede haberse mudado en esa chica
de caderas potentes y paso un poco raro,
a quien de pronto un guardia ha cogido del brazo
(...)
Todo es un cuento roto en Nueva York
donde ninguna trama se ha de tener por cierta,
recitado de forma intermitente
entre guiños de flash
en el gran escenario giratorio
al que afluyen en mezcla simultánea
la basura y el oro,
gente que tira y gente que recoge.
(...)
Cansada de rodar,
de soñar apariencias,
de debatirse en vano
ensayando posturas de defensa o de ataque,
de convertirse en otra,
esa mujer perdida por Manhattan
se ha escondido en un cuadro de Edward Hopper,
se ha sentado en la cama de una pensión anónima
y ya no espera nada.
Sin abrir tan siquiera la maleta,
acaba de quitarse los zapatos
porque los pies le duelen,
y se ha quedado sola entre cuatro paredes,
condenada a aguantar a palo seco
esa luz de la tarde ya en declive
que se filtra en la estancia
veteada de brillos engañosos,
con los brazos caídos y la mirada estática,
clavada eternamente de cara a una venta
que de tan bien pintada parece de verdad.
P.D.:
Y, oh sorpresa: buscando -una vez más- ilustrar esta entrada, encontré un poema de Cristina Peri Rosi titulado "Habitación de hotel". Os dejo el enlace:
http://poesia-pintura.blogspot.com.es/2010/06/cristina-peri-rossi-hopper.html
Si queréis añadir alguno más, no dejéis de comentarlo...
¡Saludos cordiales!
Buenísima, Carmen y buenísima la Peri Rossi.
ResponderEliminarMucho talento expresivo para la poesía de la experiencia, que al final es la única que me toca realmente la emoción.
Buenísima entrada, Esther.
Comparto.
Namasté.
Ahí están, las dos y la emoción.
ResponderEliminarGracias, Morgana.