El
31 de julio de 1917, en plena Primera Guerra Mundial, se publicaba en el London
Times la declaración de un oficial de permiso:
“Realizo
esta declaración como un acto de desafío voluntario a la autoridad militar, porque
creo que la guerra se está prolongando deliberadamente…”
Era
el mismo texto que había leído un miembro del Parlamento británico en la Cámara
de los Comunes el día anterior:
“…
una guerra de defensa y liberación que se ha convertido ahora en una guerra de
agresión y conquista…”
El
oficial provenía de una familia acaudalada de Kent, acostumbrado a la vida en el campo, al criket
(jugaría con Arthur Conan Doyle años después) y a la caza; había
estudiado dos años de Historia en el Clare College, en la Universidad de
Cambridge, marchándose sin graduarse.
El
oficial era, sobre todo, un poeta.
Su
nombre: Siegried Loraine Sassoon.
“He visto y padecido el
sufrimiento de las tropas, y no puedo continuar formando parte de su
prolongación (…) Protesto contra los errores políticos y falsedades por los que los que combaten están siendo sacrificados…”
Siegfried Sassoon. Fotografía de G. Charles Beresford, mayo 1915.
Sassoon era admirado por esas
tropas, por su dedicación y preocupación, y también por su valor, que rayaba en
la contrafobia: le apodaban “Mad Jack”, pues eran frecuentes sus acciones
arriesgadas y en solitario, especialmente si caía algún soldado de su pelotón.
En noviembre de 1915 había sido enviado al frente francés; ese mismo mes, su hermano Hamo moriría en la Campaña de Gallipoli y, a lo largo de la guerra, perdería al menos a dos de sus mejores amigos.
En noviembre de 1915 había sido enviado al frente francés; ese mismo mes, su hermano Hamo moriría en la Campaña de Gallipoli y, a lo largo de la guerra, perdería al menos a dos de sus mejores amigos.
Con su hermano Hamo en la Universidad de Cambridge (1906)
En sus memorias ficcionadas,
Siegfried Sassoon nos relata su gran amistad con Robert Graves, describiéndole bajo
el nombre de “David Cromlech” de un modo ameno y entrañable.
Graves era en ese
momento un hombre muy joven de aspecto desaliñado y sin embargo aparentemente pedante, del que desconfiaban los demás oficiales por su inteligencia, que iba
asegurando que Homero había sido una mujer; según escribe en sus memorias (“Adiós a todo esto”), se había alistado
porque le atemorizaba su entrada en Oxford.
Siegfried Sassoon and Robert Graves, septiembre de 1920
Fotografía de Ottoline Morrell © National Portrait Gallery
[Ottoline Morrell, Bertrand Russell y John Middlenton Murray influyeron en la redacción del statement]
La declaración de Sassoon concluía:
“… También creo que [mi
protesta] pudiera ayudar a destruir la insensible complacencia con que la mayoría de aquellos
que desde casa [Gran Bretaña] contemplan la continuación de tribulaciones que no comparten…”
Siegfried Sassoon era muy
consciente de que tras este escrito le esperaba un severo tribunal militar.
A finales de julio, Robert Graves recibía por correo una copia de la
declaración, enviada por Sassoon:
“Esta lectura me sumió en un
estado de ansiedad y de desdicha (…) Siegfried no estaba en condiciones físicas
apropiadas para sufrir el castigo que su carta implicaba, es decir, ser juzgado
por un tribunal militar, degradado y encarcelado (….) Era una maldad que él
tuviera que sufrir las consecuencias de su carta después de sus experiencias en
el Cuadrángulo y en Fontaine-les-Croiselles. También advertí la inutilidad de
aquel gesto. Nadie seguiría su ejemplo, ni en Inglaterra ni en Alemania. La
guerra continuaría hasta que una de las partes lograra aniquilar a la otra.”
Robert Graves encaró la situación con rapidez y realismo.
Sus contactos con un
conocido, secretario privado de un ministro del Gobierno y una inteligente
estrategia, que incluía impedir la publicación de comentarios sobre el statement y escribir al
segundo comandante del batallón “más humano” que el coronel jefe, que “no había
estado nunca en Francia”, con la sugerencia final de que Sassoon “debía ser
internado en un hospital con una licencia por tiempo indefinido.”
Sassoon le escribió desde
Liverpool: se había presentado a su coronel, encontrándose con el “segundo” y
un inesperado recibimiento “decente”… Su caso ya lo conocía el general
correspondiente, que estaba “consultando con Dios, o con alguien parecido”.
El ministro, con cuyo
secretario privado se había puesto en contacto Graves, aconsejó al Ministerio
de la Guerra que no tratarse el asunto como “disciplinario”, sino que
sometieran a Sassoon “a una comisión de médicos”.
No sin discusiones e
insistencias, Graves lo consiguió: “Sin
poder negar cuán enfermo estaba, Siegfried consintió en presentarse ante la
comisión médica”
Piccadilly Circus, Londres, 1912
"Piccadilly Circus at Night". Acuarela de A. Henry Fullwood (1863-1930)
Pidió permiso para poder
testificar como amigo del paciente:
“Mencioné las alucinaciones de Siegfried:
los cadáveres tendidos en Picadilly (…) Mi sistema nervioso se hallaba en un
estado casi semejante al de Siegfried; lo que hizo que estallara tres veces en
sollozos durante mi declaración…”
El capitán de la comisión
médica, “especialista competente en enfermedades nerviosas”, “resultó ser un
famoso psiquiatra de Harley Street, se portó muy bien. Cuando salía, me dijo:
-Joven, usted también debería presentarse ante esta comisión.”
Robert Graves fue designado
para escoltar a su amigo “hasta un centro de reposo para neurasténicos situado
en Craiglockhart, cerca de Edimburgo: “aquello nos pareció una gran broma,
especialmente cuando perdí el tren, y él tuvo que presentarse (…) sin mí.”
Siegfried volvería al frente
unos meses después, desestimando como muchos de los oficiales un
destino militar “en casa”.
Pero antes, en Craiglockhart conocería
a Wilfred Owen, contribuyendo al crecimiento poético y personal del poeta que
sería emblema de esta generación; y comenzaría a escribir “la terrorífica serie
de poemas (…) que publicaría al año siguiente bajo el título de Contraataque.”
Referencias
Imagen de cabecera: Oleo de Glyn Warren Philpot, 1917. Fitzwilliam Museum.
Enlace a la declaración de Siegfried Sassoon (en inglés):
Graves,
Robert. “Adiós a todo eso”. Traducción de Sergio Pitol. El Aleph Editores,
2002. Edición original: Jonathan Cape, 1929.
Sassoon,
Siegfried. “Memorias de un oficial de infantería”. Traducción de Mirta
Rosenberg. Turner, 2002. Primera edición en inglés: Faber and Faber Limited,
1930.
Enlace
a la colección “A. Henry Fullwood”, del Australian War Memorial:
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