"Bailarina (Figura mítica)" 1954
Entre
1932 y 1933, Leonora Carrington,
con
15 años, estudia
en Florencia en la Miss Penrose School for
Girls.
De
esta época es el conjunto de acuarelas Sisters
of the Moon
(Hermanas de la Luna):
Atrás
quedarán las expulsiones de colegios católicos y la etiqueta de su
presentación en sociedad en el palacio de Buckingham el 29 de marzo
de 1935 cuando
su familia, a la vista de que no se presentan pretendientes,
considera los deseos de Eleonora de dar clases de pintura con un
profesional.
Finalmente será
en la Ozenfant School of Fine Arts de la calle Warwick, Londres, del
artista francés Amédée
Ozenfant. Es 1936, y animará a sus alumnos a visitar la primera
Exposición Internacional Surrealista.
Como
escribió Herbert Read en el catálogo de
la Exposición:
“Es un
desafío, el acto desesperado de unos hombres demasiado convencidos
de la podredumbre de nuestra civilización para querer salvar ni un
jirón de su respetabilidad”.
"Retrato doble (Autorretrato con Max Ernst)", 1938
En junio de 1937, Max Ernst presenta su primera exposición individual en Gran Bretaña en la Mayor Gallery de Londres.
A
través de Erno Goldfinger y su esposa Ursula -amigos comunes-, Max y Leonora se conocen.
Ella
describirá con precisión ese momento a Joanna Moorhead muchos años
después, cuando ya pasa de los 90 años de edad; él también
reflejará, en una entrevista, ese mismo recuerdo.
Harold
Carrington, padre de Eleonora y destacado industrial bien
relacionado, al parecer se informó meticulosamente y denunció la
exposición de Ernst por considerarla “obscena”.
Emitida la orden
de arresto, se refugió de inmediato en una casa de campo de su amigo
Roland Penrose, aprovechando un viaje al que estaban invitados otros amigos artistas.
"Cuatro mujeres dormidas". Fotografía de Roland Penrose,1938
(De izqda. a derecha: Lee Miller, Ady Fidelin, Nusch Éluard; abajo, Leonora)
Joanna Moorhead recoge el testimonio de Eileen Agar:
“Recuerdo
ir a ver a Lee darse un baño de espuma y comprobar que no había
sitio para todos en la bañera […] De los surrealistas se decía
que eran monstruos inmorales, pero yo al menos no me acosté con
todos los que me lo pidieron. ¿De dónde si no habría sacado tiempo
para pintar?”.
Leonora
decide encararse con su padre en la mansión familiar Hazelwood Hall,
en Lancashire: “será una vida dedicada al arte, a Max y al
surrealismo”.
Leonora
tiene 20 años. En barco y tren, llega a París.
Leonora Carrington en 1939 (Fotografía de Lee Miller)
"Cuando sus padres quisieron poner en práctica lo que ambicionaban para ella, que fuera primero una joven de sociedad decorativa, y luego una esposa obediente, se rebeló de nuevo y huyó; y después en París, cuando tropezó con la visión que tenían los surrealistas de ella como femme-enfant, como musa, también se rebeló.
Me contó lo sucedido un día que Joan Miró le dio dinero para que fuera a comprarle cigarrillos. "Le devolví el dinero y le dije que fuera él mismo. No me dejé intimidar por ellos" (Joanna Moorhead, Leonora Carrington, una vida surrealista).
El
inicio de la Segunda Guerra Mundial y el avance del ejército alemán
en territorio francés irrumpe en la relación y creatividad de Max y
Leonora en Saint-Martin-d’Ardèche.
Mientras
en Alemania su obra es calificada de “arte degenerado”, Max
Ernst, de nacionalidad alemana, es detenido por segunda vez e
internado en el campo de internamiento francés de Les Milles como
“ciudadano del Tercer Reich”: el mundo de Leonora se desmorona, y
con el pasaporte de él decide conseguirle un visado en Madrid que le
permita salir de Francia.
Entre
el dolor y la culpa, “hundida”, emprende viaje a Andorra en
coche, en compañía de su amiga, Catherine Yarrow, que conduce un pequeño Fiat, y el artista húngaro Michel Lucas.
Ya en Madrid, el estado mental de Eleonora, agravado por una agresión sexual grupal que sufre a los pocos días de su llegada, se va deteriorando seriamente:
“Una
noche, después de romper y dispersar por las calles una gran
cantidad de periódicos que pensaba eran un mecanismo de hipnosis
utilizado por Van Ghent [individuo que se había presentando en su
hotel, relacionado indirectamente con su padre], me quedé a la
puerta del hotel, horrorizada de ver pasar por el bulevar a gente que
parecía hecha de madera […] lloré mirando la ciudad […], la
ciudad que era mi deber liberar”.
Leonora
era muy consciente de lo acaecido en la Guerra Civil española, al igual que el grupo de surrealistas, y conocía sucesos
como el bombardeo de Guernica.
En
caída libre, acude al cónsul británico: “Traté de convencerlo de
que la guerra mundial la estaban manejando mediante hipnosis un grupo
de personas, Hitler y compañía, que en España estaban
representadas por Van Ghent; de que para derrotar a éste bastaría
comprender sus poderes hipnóticos, entonces pararíamos la guerra y
liberaríamos el mundo”.
Llamaron a un médico y la encerraron en una habitación del hotel Ritz. Es agosto de 1940.
Engañada,
y por decisión de su familia, es trasladada en coche drogada con
Luminal e ingresada en una “elegante” -según detalla Joanna
Moorhead- clínica psiquiátrica en las afueras de Santander.
En
su estancia, Leonora fue sometida a tratamientos infames como
inyecciones de Cardiazol y terapia electroconvulsiva.
De
sus primeros días, desnuda y atada a su cama, escribió en Memorias
de abajo:
“Tumbada
en mis propios excrementos, orina y sudor, torturada por mosquitos
[…] Pensé que eran los espíritus de todos los españoles oprimidos, que me culpaban por mi internamiento, mi falta de
inteligencia y mi sumisión”.
"Down Below", 1940
"Yo sentía que, por acción del sol, era andrógina, la Luna, el Espíritu Santo, una gitana, una acróbata, Leonora Carrington, y mujer. Me di cuenta de lo necesario que era sacarme de dentro todos los personajes que me habitaban".
La inesperada visita de un primo suyo, el doctor Guillermo Gil, supone para Leonora la ayuda que necesita para que sea dada de alta bajo la condición de permanecer al cuidado de su enfermera, partiendo hacia Madrid el 31 de diciembre de 1940: su familia decide su traslado a otro sanatorio, esta vez en Sudáfrica, vía Lisboa.
Continuamente
bajo vigilancia, en un momento de esparcimiento coincide en una sala
con Renato Leduc, al que conocía de París, y que la reconoce. Será
su aliado para, una vez en Lisboa y burlada la vigilancia, solicitar
asilo en la Embajada de Méjico.
Contraerán finalmente matrimonio antes de partir a Nueva York, dejando así atrás cualquier posibilidad de control por parte de su padre; no sin antes coincidir con Max Ernst de manera completamente casual en Lisboa, entre el firme deseo de él de continuar con la relación y algunas dudas por parte de ella.
Leonora
no volverá con Ernst, consciente también de que, como pintora,
estaría siempre a su sombra de continuar con la relación.

A finales de julio de 1941, el pintor -ya en libertad- había regresado a Saint Martin, recuperando a escondidas cuantas obras suyas y de Leonora pudo cargar.
En
Marsella le alojará el escritor estadounidense Varian Fry, que
dirigía "una red de rescate destinada a ayudar a salir de Europa a
artistas e intelectuales cuyas vidas corrían peligro”. Allí
conocerá a Peggy Guggenheim, en cuya compañía saldrá hacia Estados
Unidos.
Detalle de "Summer", 1942
La
llegada a Nueva York supone para Leonora el reencuentro
con los artistas surrealistas que huyen de la guerra y el nazismo:
Breton, Dalí, el propio Ernst; “André Masson, Yves Tanguy, Kurt
Seligmann, Roberto Matta, Gordon Onslow Ford [...]”
La ciudad norteamericana es también la soledad; escribe Joanna Moorhead, con respecto a la
vida con Renato Leduc: “Vivían juntos como marido y mujer, pero él
casi nunca estaba en casa, sobre todo por las noches. Era un
solitario que salía en busca de su propia diversión, y le gustaba
pasar las veladas en bares y clubes nocturnos en compañía de otros
hombres”.
La biografía de Joanna Moorhead es una joya, y una destacada fuente de información.
Para el mural "Summer", Leonora precisaba un lienzo de grandes dimensiones, así que pidió un préstamo a Marc Chagall, que tras ver sus pinturas sencillamente dijo: "Sigue pintando, pequeña, sigue pintando", Bretón le dio una sábana para realizarlo con la colaboración de Ernst, Matta y Marcel Duchamp.
Fue el primer encargo que recibió, de la mano de Manka Rubistein, que le pagó 200 dólares.
Cuando
Renato Leduc decide volver a Méjico, Leonora se traslada con él.