Aunque no apto para el servicio en Francia, Wilfred debía reunirse con su unidad, el 5th (Reserve) Manchester, cuya base se había trasladado a Scarborough. Allí se instruía a los nuevos reclutas y se recuperaba a los convalecientes. La población había sufrido ataques desde buques alemanes e incluso desde un submarino, y se rumoreaba que se habían mezclado espías con sus habitantes.
Las dependencias de los oficiales (alrededor de ochenta) se
encontraban en el Clarence Gardens Hotel, hoy el Clifton Hotel.
Para su sorpresa, fue puesto al cargo de la
dirección doméstica: él mismo se describía a su madre y a Siegfried Sassoon
como "Major Domo". Eso significaba lidiar con suministros de comida,
vino, tabaco, combustible, estado habitaciones, asegurar docenas de ventanas al
anochecer, temperatura del agua del baño, escribir "innumerables cartas",
comprobar cuentas, contratar personal si era necesario... Dominic Hibberd
recoge en su biografía de Owen que "algunos de los celadores se
recuperaban de neurastenia", y que el poeta escogió uno de los peores
casos de estrés postraumático como asistente personal.
Mirando al mar, desde una de las mejores
habitaciones, probablemente en la primera planta, continuaría escribiendo
poesía tras supervisar la buena marcha de las comidas y que "el café se
había ganado la aprobación general".
Estos light
duties proseguirían con su
destino al Northern Command Depot, en Ripon. Compartía alojamiento con otros
doce oficiales, en uno de los campamentos militares más grandes de Gran
Bretaña, "a city in itself", con miles de reclutas; y también heridos
y mutilados, ejercitándose o en rehabilitación para realizar tareas dentro del país.
Había decidido "dejar el alcohol y el tabaco, y levantarse a las siete para darse una ducha. De nueve a tres cada día tenía que hacer ejercicios físicos y asistir a conferencias". Era la forma de prepararle para el servicio activo. Pero el resto del día lo tenía libre.Alquiló una habitación en una granja, en el actual 24 Borrage Lane: meses de creación y revisión, poéticamente los más importantes de su vida, entre marzo y junio de 1918.
Fotografía de Paul Darbyshire, noviembre 2013. La habitación de Owen se encontraba bajo el tragaluz. Es posible visitarla en rutas organizadas. La placa azul conmemora la estancia del poeta en la casa.
INSENSIBILIDAD
I
Felices son los
hombres que antes de caer
permiten que en sus
venas se les hiele
la sangre,
a quien la compasión
nunca conmueve
ni conduce sus pasos
por las calles
que asfaltaron los
cuerpos de compañeros
muertos.
El frente se desplaza
pero ellos son las
tropas que se marchan,
no flores para el
llanto del poeta.
Son hombres: dejan
sólo un hueco que llenar,
son bajas que podrían
tal vez haber luchado
más tiempo. A nadie
importan.
II
Algunos ya no sienten
por sí mismos
ni a sí mismos se
sienten.
El azar y la duda de
las bombas
se resuelve en letargo
e indiferencia
y la extraña aritmética
del hado
es recurso más fácil
que su culpa.
Ya no cuentan el
diezmo de las tropas.
III
(…)
Tras verlo todo rojo
sus ojos quedan libres
para siempre
del dolor y la
angustia de la sangre.
Libres también de la
pulsión del miedo,
sus corazones menguan.
Sus sentidos, como la
carne viva
cauterizada ya hace
mucho tiempo,
Pueden reír,
impávidos, entre los moribundos.
(…)
Cuando vive, no es del
todo vital;
mientras muere no es
del todo mortal
ni triste, ni
orgulloso,
ni curioso tampoco.
(…)
VI
Maldito al que no
aturden los cañones,
pues será como piedra.
Triste y mezquino sea
en su miseria
aquel que nunca tuvo
sencillez:
a conciencia eligieron
ser inmunes
a la piedad y a todo
cuanto en el hombre llora,
ante el último mar y
las tristes estrellas,
a cuanto gime cuando
muchos abandonan
estas costas, y a
cuanto toma parte
en el tráfico eterno
de las lágrimas.
Traducción de Gabriel
Insausti. “Wilfred Owen. Poemas de Guerra”. Acantilado.
That they should be as stones.
Wretched are they, and mean
With paucity that never was simplicity.
By choice they made themselves immune
To pity and whatever moans in man
Before the last sea and the hapless stars;
Whatever mourns when many leave these shores;
Whaterver shares
The eternal reciprocity of tears.
La tarde del 18 de marzo de 1918, Wilfred estuvo en la catedral de Ripon. Probablemente se sentó en las primeras filas, erguido, vestido de uniforme. Pensando en el último año, en si lograría destino "en casa" o si regresaría a Francia, al frente. Pero, sobre todo, en ese último año, decisivo, revelador.
No sé si conocería esta obra de Piero di Cosimo, "Incendio en el bosque". Ese buey, casi en el centro del cuadro, nos devuelve a uno de sus poemas, "Himno por la juventud condenada", a los toques de campana por los jóvenes que mueren "as cattle", "como ganado":
"El lobo
habitará con el cordero
y el leopardo se recostará junto al cabrito;
el ternero y el cachorro de león pacerán juntos,
y un niño pequeño los conducirá;
la vaca y la osa vivirán en compañía,
sus crías se recostarán juntas,
y el león comerá paja lo mismo que el buey.
El niño de pecho jugará
sobre el agujero de la cobra,
y en la cueva de la víbora
meterá la mano el niño apenas destetado" (Isaías 11,6)
y el leopardo se recostará junto al cabrito;
el ternero y el cachorro de león pacerán juntos,
y un niño pequeño los conducirá;
la vaca y la osa vivirán en compañía,
sus crías se recostarán juntas,
y el león comerá paja lo mismo que el buey.
El niño de pecho jugará
sobre el agujero de la cobra,
y en la cueva de la víbora
meterá la mano el niño apenas destetado" (Isaías 11,6)
¿Es esto la paz?
Ciertamente, es un ideal.
Ese día, Wilfred Owen cumplía veinticinco años. No cumpliría los veintiséis.
Feliz cumpleaños, Wilfred.
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