sábado, 19 de marzo de 2022

Decir adiós, decir hola. Un aniversario de Wilfred Owen en medio de Ucrania.

 


Por doce días no me lavé la cara ni me quité las botas ni dormí un profundo sueño”. Carta de Wilfred Owen a Susan Owen, su madre, 1917.


Hace poco, me levanté como casi todos los días para ir a trabajar. El café sabía agrio, y me acordé de un bote de miel a punto de terminar.

En cuanto lo toqué, me vino a la cabeza el frasco de miel que me había dado mi madre mucho antes del Covid:

Mira, llévate miel. Andrés y Lubo han estado en Ucrania, visitando a la familia, y me han dado dos frascos. No los vamos a terminar los dos; llévate uno”.

Andrés y Lubo (Andriy y Lubo o Liubo, no sé escribirlo correctamente) eran vecinos de mis padres, en una de las decenas de urbanizaciones de la sierra de Madrid. 

Mi madre conocía a las familias: a la madre de Andrés, … hasta al perro de Andrés. Solía hablarme de ellos, de ellas, y me transmitía sus charlas. Tienen buena fama. A veces les hicieron reparaciones en casa, siempre cariñosos, respetuosos y profesionales. 

Fotografía: Roman Pilipey/EFE


Maldito al que no aturden los cañones,

pues será como piedra.

Triste y mezquino sea en su miseria

aquel que nunca tuvo sencillez:

a conciencia eligieron ser inmunes

a la piedad y a todo cuanto en el hombre llora,

ante el último mar y las tristes estrellas (…)



Pero todo ha cambiado. Mi madre ya no vive en la urbanización; apenas habla de ellos, aunque comenta alguna vez su preocupación por Lubo, con cáncer de estómago el año pasado, y ha intentado hablar con él. La última vez que le vimos fue por la ventanilla de un coche, se acercó a saludarnos. Parecía saludable. Cómo estarán ahora.



                                          Fotografía: Emilio Morenatti/AP Photo

Wilfred, tú que salías de un mundo de poesía y decepciones, y de buscarte a tientas en las noches de Burdeos.

Explotado como profesor de inglés en una academia y buscando desesperadamente clases particulares para sobrevivir (sin Internet ni Whatsapp), y llegaste a las trincheras de Francia a finales de diciembre de 1916, que supiste lo que era una lluvia torrencial que creíais que os ahogábais, aguantado casi bajo tierra un bombardeo de más de cincuenta horas, hasta que los cañones dejaron de funcionar, no daban más de sí.



Excavando trincheras, Kiev. Fuente: elobjetivo.com.ar

Y responsable de diez hombre más jóvenes que tú, a los que tenías que mirar los pies cuidadosamente cada noche, cuidados con aceite de ballena, intentando burlar el intenso frío y la humedad, no fuese que se nos escapase algo y hubiera que amputar.

En la Guerra Fría no habrías sentido tanto miedo y piedad.


Si tú también pudieras, en tus sueños,

caminar tras el carro adonde lo arrojamos

y ver cómo sus ojos se marchitan,

ver su rostro caído, como un demonio hastiado;

si pudieras oír con cada sacudida

cómo sale la sangre de su pulmón enfermo,

obscena como el cáncer, amarga como el vómito

de incurables heridas en lenguas inocentes,

amigo, no dirías entusiasta

a los muchachos sedientos de una ansiosa gloria

esa vieja mentira: Dulce et decorum est

pro patria mori.


Decir adiós a Kiev: a tus amigos, a tu familia, a tu amor, a quienes no sabes cómo están. Tu lengua, tu barrio, tu hospital, tu trabajo. Tus estudios, tu medicación, tu tratamiento, tu ropa, tus libros. Tus ilusiones. Tus cosas. Imaginad decir adiós a Madrid, a Barcelona. A Vigo, a Cádiz, a Bilbao. A Valencia. A Almería.

Casi todos vamos en la misma balsa -más bien cayuco-, hacia la incertidumbre.

Fuente: The Daily Mail

Decir “hola” a los que dejan atrás vidas como las nuestras, que huyen porque ya no existen esas vidas. De donde sean. El campo “país” hace tiempo que está en blanco.

Decir “hola” a la esperanza, a la vida.

Como a Mia, que nació en el metro de Kiev, convertido en refugio, apenas unos días después de la invasión rusa.



Wilfred Owen escribió en el Prefacio a su poemario, publicado tras su muerte:

"All a poet can do today is warn".

("Todo lo que un poeta puede hacer hoy es alertar”.)


Fotografía: Plaza Maidan, Kiev. Juan Antonio Segai.


* * * * *

["... these elegies are to this generation in no sense consolatory. They may be to the next. All a poet can do today is warn. That is why the true Poets must be truthful."

"... estas elegías de ninguna manera pueden ser un consuelo para la presente generación. Tal vez lo sean para la siguiente. Todo lo que un poeta puede hacer hoy es alertarles. Por eso los verdaderos poetas deben decir la verdad."

Del Prefacio de Wilfred Owen a su poemario, escrito antes de morir a una semana del final de la guerra, el 4 de noviembre de 1918.]

Traducción de los poemas y del prefacio: 
Gabriel Insausti. “Wilfred Owen. Poemas de Guerra”. Acantilado.



sábado, 5 de marzo de 2022

Del objeto a la pregunta, o al revés: Ocho cuadros de René Magritte y "El superviviente".

"Las maravillas de la naturaleza" (1953)


Onírico sin considerarse surrealista, René Magritte nos plantea en sus obras enigmas, jeroglíficos:

Pintar es pensar”.

Arduas labores, esfuerzo y creación.


"El pan de cada día" (1942)


En su libro “La vida de los surrealistas”, Desmond Morris nos presenta el contraste en las pinturas de Magritte entre su “estilo prosaico” y “lo extraordinario del tema del cuadro”:

Todo es real. Mejor dicho, todo menos la relación que se da entre los elementos”.


"Perspectiva: Madame Récamier de David" (1951)



"Fantomas". Carátula  de la película de 1964.

Amante de Fantomas, al que aún se reverenciaba en mi niñez, bien pudieran cuadrar bastantes obras de René Magritte para ilustrar relatos de CF o del género fantástico:

"El mundo familiar", 1958

"El principio del placer" (1937)


"La voz activa", 1951

"Rostro del genio", 1927

Escribe Desmond Morris:

Quienquiera que se esfuerce en hallar significados ocultos en ellos [los títulos de sus cuadros] debe saber que Magritte invitaba a sus amigos surrealistas a pasar la tarde en casa para ver a quién se le ocurrían los títulos más extravagantes y absurdos para las últimas pinturas que había acabado”.


"Los grandes viajes", 1926 (detalle)


Sin embargo, quienes nos hemos encontrado en Internet con su obra titulada “El superviviente”, de golpe, más allá del sentido de la vista, incluso de lo que llamamos intuición, recibimos todo su potente significado.

"El superviviente"


Visité la exposición de Magritte a principios de enero. Empezaba un nuevo año, Rusia aún no había invadido Ucrania.

El título de este blog, -Los árboles invisibles-, viene de un poema de Isaac Rosenberg que nada tiene que ver con guerras.

Poeta, pintor y más cosas, de vida difícil -hasta en las trincheras se metían con él, por su aspecto físico y ser judío (de origen lituano, nacido en Bristol)-, murió en 1918, durante el último año de la Primera Guerra Mundial.

Hoy se le recuerda por ser autor del poema “Amanecer en las trincheras” y un destacado poeta de esas creativas, criminales y desgraciadas décadas; y dos de sus autorretratos cuelgan en la National Portrait Gallery de Londres. Su nombre está inscrito en la Poet’s Corner de la Abadía de Westminster.

Cuando vemos esas fotografías de los cementerios de la Primera Guerra Mundial, muy cuidados, sean pequeños o casi inabarcables para la vista, con sus cientos de cruces ordenadas, nos quedamos con la impresión, la ilusión, de que debajo de cada cruz hay una persona identificada y enterrada.

Pero no es así. Todos estos cementerios son enormes fosas comunes de restos humanos.

René Magritte también vivió los años 20 -los “Locos años Veinte”-, pero del siglo pasado. Isaac Rosenberg no pudo vivirlos.

Nosotros vivimos y viviremos estos nuestros propios años 20. Ya los estamos viviendo.


Enlace a la exposición:
https://www.museothyssen.org/exposiciones/maquina-magritte

Fotografías: Esther González.



viernes, 18 de febrero de 2022

En memoria de Margarita Moreno: En la casa, en el fuego.

 



He estado cantando, cantando.
He llorado amargamente.
Estoy en mi camino.
¡Qué grande es este mundo!
Que el barquero traiga su barca
El día de mi muerte.
Saludaré con mi mano izquierda;
Estoy en mi camino.
Estoy en mi camino.
La barca de la muerte se balancea cerca.
Estoy en mi camino,
Yo que te he cantado tantos cantos.

(Pueblo Ewe, Togo).

"Poesía anónima africana. Rogelio Martínez Furé".
Instituto del Libro. La Habana, Cuba, 1968.