Si yo fuese el
minuto que equilibra la hora,
la frente de un
pájaro, la razón que sumerge un sueño.
Arrastraría, lo sé,
mi corazón por la arena,
aunque no pueda
perdonarte, pues el perdón
es un pecho sin aire
que consume el silencio.
Pero si fuese el
fondo turbado de un anillo,
la pregunta última
o, sin saber, la
letal inocencia de un pez.
Si mi sangre
brillara igual que el fósforo.
Y mi cuerpo pensara
sin estar yo. Si yo no estuviera.
Una sonrisa. Una
estrella de mar. Una ballesta.
Dónde clavarías la
voz que ya no dice tu nombre.
© Francisca García
Algarra
“Bahía de un cuerpo”
Éride, 2004
Cubierta: Silvia Gil
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