"Tertulia" - Angeles Santos, 1929
Donde los corderos pastaron, andan en silencio
los pies de los ángeles luminosos;
sin ser vistos vierten bendiciones
y júbilos incesantes,
sobre cada pimpollo y cada capullo,
y sobre cada corazón dormido.
Miran hasta en nidos impensados
donde las aves se abrigan;
visitan las cuevas de todas las fieras,
para protegerlas de todo mal.
William Blake
"Cuerpos lavados por los ríos (los árboles invisibles)."
Entre 1932 y 1933, Leonora Carrington, con 15 años, estudia en Florencia en la Miss Penrose School for Girls.
De esta época es el conjunto de acuarelas Sisters of the Moon (Hermanas de la Luna):
Atrás quedarán las expulsiones de colegios católicos y la etiqueta de su presentación en sociedad en el palacio de Buckingham el 29 de marzo de 1935 cuando su familia, a la vista de que no se presentan pretendientes, considera los deseos de Eleonora de dar clases de pintura con un profesional.
Finalmente será en la Ozenfant School of Fine Arts de la calle Warwick, Londres, del artista francés Amédée Ozenfant. Es 1936, y animará a sus alumnos a visitar la primera Exposición Internacional Surrealista.
Como escribió Herbert Read en el catálogo de la Exposición:
“Es un desafío, el acto desesperado de unos hombres demasiado convencidos de la podredumbre de nuestra civilización para querer salvar ni un jirón de su respetabilidad”.
En junio de 1937, Max Ernst presenta su primera exposición individual en Gran Bretaña en la Mayor Gallery de Londres.
A través de Erno Goldfinger y su esposa Ursula -amigos comunes-, Max y Leonora se conocen.
Ella describirá con precisión ese momento a Joanna Moorhead muchos años después, cuando ya pasa de los 90 años de edad; él también reflejará, en una entrevista, ese mismo recuerdo.
Harold Carrington, padre de Eleonora y destacado industrial bien relacionado, al parecer se informó meticulosamente y denunció la exposición de Ernst por considerarla “obscena”.
Emitida la orden de arresto, se refugió de inmediato en una casa de campo de su amigo Roland Penrose, aprovechando un viaje al que estaban invitados otros amigos artistas.
Joanna Moorhead recoge el testimonio de Eileen Agar:
“Recuerdo ir a ver a Lee darse un baño de espuma y comprobar que no había sitio para todos en la bañera […] De los surrealistas se decía que eran monstruos inmorales, pero yo al menos no me acosté con todos los que me lo pidieron. ¿De dónde si no habría sacado tiempo para pintar?”.
Leonora decide encararse con su padre en la mansión familiar Hazelwood Hall, en Lancashire: “será una vida dedicada al arte, a Max y al surrealismo”.
Leonora tiene 20 años. En barco y tren, llega a París.
"Cuando sus padres quisieron poner en práctica lo que ambicionaban para ella, que fuera primero una joven de sociedad decorativa, y luego una esposa obediente, se rebeló de nuevo y huyó; y después en París, cuando tropezó con la visión que tenían los surrealistas de ella como femme-enfant, como musa, también se rebeló.
Me contó lo sucedido un día que Joan Miró le dio dinero para que fuera a comprarle cigarrillos. "Le devolví el dinero y le dije que fuera él mismo. No me dejé intimidar por ellos" (Joanna Moorhead, Leonora Carrington, una vida surrealista).
El inicio de la Segunda Guerra Mundial y el avance del ejército alemán en territorio francés irrumpe en la relación y creatividad de Max y Leonora en Saint-Martin-d’Ardèche.
Mientras en Alemania su obra es calificada de “arte degenerado”, Max Ernst, de nacionalidad alemana, es detenido por segunda vez e internado en el campo de internamiento francés de Les Milles como “ciudadano del Tercer Reich”: el mundo de Leonora se desmorona, y con el pasaporte de él decide conseguirle un visado en Madrid que le permita salir de Francia.
Entre el dolor y la culpa, “hundida”, emprende viaje a Andorra en coche, en compañía de su amiga, Catherine Yarrow, que conduce un pequeño Fiat, y el artista húngaro Michel Lucas.
Ya en Madrid, el estado mental de Eleonora, agravado por una agresión sexual grupal que sufre a los pocos días de su llegada, se va deteriorando seriamente:
“Una noche, después de romper y dispersar por las calles una gran cantidad de periódicos que pensaba eran un mecanismo de hipnosis utilizado por Van Ghent [individuo que se había presentando en su hotel, relacionado indirectamente con su padre], me quedé a la puerta del hotel, horrorizada de ver pasar por el bulevar a gente que parecía hecha de madera […] lloré mirando la ciudad […], la ciudad que era mi deber liberar”.
Leonora era muy consciente de lo acaecido en la Guerra Civil española, al igual que el grupo de surrealistas, y conocía sucesos como el bombardeo de Guernica.
En caída libre, acude al cónsul británico: “Traté de convencerlo de que la guerra mundial la estaban manejando mediante hipnosis un grupo de personas, Hitler y compañía, que en España estaban representadas por Van Ghent; de que para derrotar a éste bastaría comprender sus poderes hipnóticos, entonces pararíamos la guerra y liberaríamos el mundo”.
Llamaron a un médico y la encerraron en una habitación del hotel Ritz. Es agosto de 1940.
Engañada, y por decisión de su familia, es trasladada en coche drogada con Luminal e ingresada en una “elegante” -según detalla Joanna Moorhead- clínica psiquiátrica en las afueras de Santander.
En su estancia, Leonora fue sometida a tratamientos infames como inyecciones de Cardiazol y terapia electroconvulsiva.
De sus primeros días, desnuda y atada a su cama, escribió en Memorias de abajo:
“Tumbada en mis propios excrementos, orina y sudor, torturada por mosquitos […] Pensé que eran los espíritus de todos los españoles oprimidos, que me culpaban por mi internamiento, mi falta de inteligencia y mi sumisión”.
"Yo sentía que, por acción del sol, era andrógina, la Luna, el Espíritu Santo, una gitana, una acróbata, Leonora Carrington, y mujer. Me di cuenta de lo necesario que era sacarme de dentro todos los personajes que me habitaban".
La inesperada visita de un primo suyo, el doctor Guillermo Gil, supone para Leonora la ayuda que necesita para que sea dada de alta bajo la condición de permanecer al cuidado de su enfermera, partiendo hacia Madrid el 31 de diciembre de 1940: su familia decide su traslado a otro sanatorio, esta vez en Sudáfrica, vía Lisboa.
Continuamente bajo vigilancia, en un momento de esparcimiento coincide en una sala con Renato Leduc, al que conocía de París, y que la reconoce. Será su aliado para, una vez en Lisboa y burlada la vigilancia, solicitar asilo en la Embajada de Méjico.
Contraerán finalmente matrimonio antes de partir a Nueva York, dejando así atrás cualquier posibilidad de control por parte de su padre; no sin antes coincidir con Max Ernst de manera completamente casual en Lisboa, entre el firme deseo de él de continuar con la relación y algunas dudas por parte de ella.
Leonora no volverá con Ernst, consciente también de que, como pintora, estaría siempre a su sombra de continuar con la relación.
A finales de julio de 1941, el pintor -ya en libertad- había regresado a Saint Martin, recuperando a escondidas cuantas obras suyas y de Leonora pudo cargar.
En Marsella le alojará el escritor estadounidense Varian Fry, que dirigía "una red de rescate destinada a ayudar a salir de Europa a artistas e intelectuales cuyas vidas corrían peligro”. Allí conocerá a Peggy Guggenheim, en cuya compañía saldrá hacia Estados Unidos.
La llegada a Nueva York supone para Leonora el reencuentro con los artistas surrealistas que huyen de la guerra y el nazismo: Breton, Dalí, el propio Ernst; “André Masson, Yves Tanguy, Kurt Seligmann, Roberto Matta, Gordon Onslow Ford [...]”
La ciudad norteamericana es también la soledad; escribe Joanna Moorhead, con respecto a la vida con Renato Leduc: “Vivían juntos como marido y mujer, pero él casi nunca estaba en casa, sobre todo por las noches. Era un solitario que salía en busca de su propia diversión, y le gustaba pasar las veladas en bares y clubes nocturnos en compañía de otros hombres”.
La biografía de Joanna Moorhead es una joya, y una destacada fuente de información.
Para el mural "Summer", Leonora precisaba un lienzo de grandes dimensiones, así que pidió un préstamo a Marc Chagall, que tras ver sus pinturas sencillamente dijo: "Sigue pintando, pequeña, sigue pintando", Bretón le dio una sábana para realizarlo con la colaboración de Ernst, Matta y Marcel Duchamp.
Fue el primer encargo que recibió, de la mano de Manka Rubistein, que le pagó 200 dólares.
Cuando Renato Leduc decide volver a Méjico, Leonora se traslada con él.
Fuentes:
"Leonora Carrington. Una vida surrealista". Joanna Moorhead. Turner, 2017.
Fundación Mapfre - enlace exposición Leonora Carrington
Fundación Mapfre - acceso visita virtual
“Leonora Carrington y sus memorias”. María Juncal Caballero Guiralt. Universitat Jaume I. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia (2012).
Enlace a página Museo Max Ernst
Supe que la hoja había sido la madre del árbol. Normalmente, pensamos que el árbol es la madre y que las hojas son los hijos, pero al mirar la hoja vi que también era madre del árbol. La savia que toman las raíces no es más que agua y minerales, que son insuficientes para nutrir al árbol, de manera que éste distribuye la savia a las hojas. Estas se encargan de transformar esta savia rudimentaria en savia elaborada y, con ayuda del sol y del gas, enviarla de vuelta para nutrir al árbol (...)
Le pregunté a la hoja si tenía miedo porque el otoño había llegado y las otras hojas empezaban a caer. La hoja me dijo: «No, no tengo miedo. Durante toda la primavera y el verano estuve muy viva. Trabajé y ayudé a nutrir al árbol y gran parte de mí misma se encuentra en este árbol. Por favor, no digas que sólo soy esta pequeña forma, porque la forma de hoja es sólo una pequeña parte de mí. Soy todo el árbol. Sé que estoy en el árbol y que, cuando vuelva a la tierra, continuaré nutriendo al árbol. Es por eso por lo que no me preocupa. Cuando deje esta rama y surque el aire hasta la tierra, saludaré al árbol y le diré "hasta pronto".
Thich Nhat Hanh. "Ser paz" (1999).
En memoria de Margarita Moreno, 18 de febrero de 2013.